En este fin de año
Acuciado por el capital financiero y sus instituciones, como la Unión Europea, atacado por las instituciones franquistas presididas por el rey y sus representantes políticos, el Gobierno acelera el ritmo de sus proyectos.
Para ello ha adoptado una decisión inédita, celebrar dos Consejos de Ministros por semana, que aprueban decretos o proyectos de ley para responder al plan acordado con la Comisión Europea.
Cree garantizar su estabilidad aprobando unos presupuestos, y buscando apoyos parlamentarios para ello. Pero su futuro depende más bien de si su acción política, resumida en sus prioridades presupuestarias, dar respuesta a las necesidades del pueblo trabajador. Y no parece que sea así. Basta con analizar un aspecto de ese proyecto de presupuestos: el gasto sanitario, que no llega ni de lejos para recuperar una sanidad pública que está herida de muerte. Para ello haría falta un presupuesto de urgencia que recuperara al menos los más de 30.000 millones recortados entre 2010 y 2017.
Tampoco parece que ese presupuesto sanitario esté acorde con la proclamada lucha contra la pandemia. Más parece que ésta sirva para organizar una campaña de terror contra la población, como sucede con cada nueva variante del virus. Una de dos, o el principal problema es el virus, y como consecuencia, se vuelca para combatirlo todos los medios que la sociedad tiene, o se utiliza el virus como excusa para hacer aprobar leyes y decretos contrarios a las necesidades populares.
El movimiento pensionista ha explicado la realidad de la ley Escrivá, un ataque al sistema público de pensiones que no ha hecho sino empezar, ya que se preparan nuevas medidas, aún más duras, contra la Seguridad Social. Aunque, para hacer pasar la ley, hay tenido que aceptar cuestiones como la auditoría de la caja de la Seguridad Social que, si se lleva a cabo, puede ser utilizada para continuar la movilización.
Ahora aparece el gran escollo, la reforma laboral.
Derogar o maquillar la reforma laboral
La patronal conoce la debilidad del gobierno y se apoya en su compromiso de culminar la modificación de la reforma laboral antes de fin de año, y se apoya en ello para plantear unas líneas rojas que, en resumen, suponen no modificar de fondo las reformas que han permitido una bajada sustancial de los salarios y una precarización masiva.
La Ministra de Trabajo, que se dice comunista, parece encomendarse al Papa en lugar de a la movilización de la clase trabajadora. Las trabajadoras de la Ayuda a Domicilio que acampan ante su ministerio deben haber tomado nota de que no tiene tiempo para recibirlas, pero sí para entrevistarse con el jefe de la Iglesia Católica.
¿Qué van a hacer los sindicatos? Todos los congresos han ratificado la exigencia de derogación, pero todo esto se ha dejado a un “diálogo social” que por experiencia solo ha servido para contentar a los patronos.
Cádiz señaló que había otro camino. En él se vieron reflejados todos los trabajadores de este país. Ahora, justamente, esperan que los sindicatos se pongan a la cabeza, pero eso sólo es posible si cortan su dependencia del Gobierno, y asumen lo que exigen las masas trabajadoras.
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