Rearme contra los trabajadores y los pueblos
Desde las instituciones de la Unión Europea y, en particular, en las intervenciones de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von Der Leyden, suenan tambores de guerra. En esa cuestión –como en tantas otras– la Unión Europea actúa como una simple correa de transmisión de los intereses del imperialismo americano y de la OTAN. Durante años, la UE ha pretendido falazmente ser una garantía de paz en Europa y un oasis de democracia. Falacia, pues no se puede olvidar su participación en la destrucción de la Federación Yugoslava, en la destrucción del Estado libio, en los planes de austeridad que han aplastado al pueblo griego, impuestos en contra de un voto mayoritario en referéndum, y, después, a los pueblos de España, Portugal, Irlanda. Tampoco podemos olvidar el cierre de fronteras que ha llevado a la muerte a miles de emigrantes. Pero ahora se quita la careta y da un paso al frente: Von der Leyden, por imperativo del imperialismo americano exige prepararse para la guerra. O sea, aumentar cualitativamente los presupuestos militares. El rearme que ya han llevado a cabo todos los países (menos Portugal e Irlanda) en 2023 no basta, es necesario subordinarlo todo al gasto militar, ante la amenaza rusa. Una campaña que se extiende a todos los servidores de la UE, como el europarlamentario “socialista” Glucksmann, que declaraba hace poco que Europa debe “prepararse para una economía de guerra”. ¡Menudo cinismo! Claro está, nadie puede confiar en la oligarquía de Putin, pero es totalmente incapaz de repetir en toda Europa lo hecho en Ucrania. Es la OTAN quien organiza la guerra de Ucrania, ha desplegado sus fuerzas y ha multiplicado el número de países que la integran, avanzando hacia las fronteras de Rusia y rompiendo la neutralidad de Suecia y Finlandia.
El Gobierno francés se ha colocado en vanguardia, aumentando 3.000 millones su ayuda militar al corrupto régimen de Zelenski (régimen que ha prohibido todos los partidos y derogado el Código del Trabajo, además de vender tierras a las multinacionales americanas y europeas) e incluso llegó a decir que no excluye el envío de tropas a Ucrania,
¿Cuál es la cuestión de fondo?
No es, evidentemente, y por mucho que nos lo quieran hacer tragar, la lucha en apoyo de la democracia (que encarnaría Zelenski) frente al autoritarismo (que encarnaría Putin). Se trata más bien del control de los mercados, de la distribución del gas y el petróleo, de los cereales, de las materias primas. Se trata, además, en nombre de la necesidad de rearmarse, de someter a la población trabajadora a una cura de austeridad. Vienen a decir: “¿cómo se puede reivindicar si estamos en guerra…?”. Y, sin embargo, la economía de mercado (o sea, el capitalismo) necesita la guerra.
Este es el discurso de la UE y de todos los Gobiernos y partidos que se someten a esta política.
Y esto tiene consecuencias en todos los países, más allá de las palabras, en los hechos. En 2023, bajo el gobierno “progresista” los bancos han ganado 26.500 millones de beneficios, por no hablar de las grandes empresas… ¿Y la pobreza? Ha llegado a afectar al 26,5% de la población. Aumentar los gastos militares significa aumentar la pobreza, poner en cuestión salarios, pensiones y servicios públicos, cerrar industrias y abandonar cultivos, y no hay dinero para proteger a los campesinos –en particular, a la mayoría que viven con menos de 5 hectáreas– o realizar simples obras de infraestructura –que por otro lado han sido decretadas– para paliar la sequía.
Estamos aún lejos de esa “economía de guerra”. La resistencia sigue, los campesinos por un lado, los pensionistas, los trabajadores de la sanidad, la juventud se movilizan por Palestina y por sus derechos. El debate debe recorrer los centros de trabajo y estudio, las grandes organizaciones sindicales, de la cúpula a la última sección: ¿es posible seguir con la política de diálogo social que lleva a la paralización de los trabajadores, o es necesario, más que nunca, derogar toda la reforma laboral de Rajoy, las reformas que privatizan las pensiones, poner en el centro la consecución de las reivindicaciones y la defensa de derechos y libertades? Es la discusión que hemos emprendido en y desde los colectivos que componen el Comité por la Alianza de Trabajadores y Pueblos.
Preguntar es responder.
Deja una respuesta