Las mujeres de la Comuna
“Si la nación francesa sólo estuviera formada por mujeres, qué terrible nación sería”, escribía el corresponsal del Times, hablando de la Comuna. Los 60 días de la Comuna fueron decisivos para las mujeres de la clase obrera.
Louise Michel, una de las communardes escribía lo siguiente: “Han querido hacer de las mujeres una casta, y, bajo la fuerza que les aplasta, se ha hecho la selección (…) el mundo nuevo nos reunirá en una humanidad libre en la que cada uno tendrá su sitio”
Los primeros clubs y comités de vigilancia, embriones de la organización obrera de la Comuna, se multiplican durante el asedio de París de 1870. Se abrieron cantinas, para impedir a los parisinos morir de hambre. Se creó también un servicio de ambulancias. Louise Michel, profesora anarquista, puso en pie toda la organización de la instrucción de las niñas.
Sin embargo, la Comuna no deja verdaderamente mucho espacio en sus instancias dirigentes para las mujeres: no se contará ni una sola mujer entre los 90 delegados que componen el Consejo de la Comuna. Es en la base, en todas partes, en los clubs, comités de barrio, talleres, cantinas, ambulancias, barricadas, donde las mujeres van a abrirse espacio. Y ese espacio será innegable.
Clubs, comités de vigilancia y de barriada
En ellos, las mujeres son muy numerosas, y acuden a menudo acompañadas de sus hijos. Algunos clubs no las aceptan al principio, pero ellas imponen su presencia, como en el club de Saint-Nicolas-des-Champs, que ellas acabarán por presidir en mayo. Participando en clubs y comités, conquistan sus derechos políticos.
En el club “La Bola Negra”, la ciudadana Danière milita por la creación de escuelas profesionales femeninas. La Comuna no las crea y las que surgen son obra de institutrices de comités y de clubs. El club “La Délivrance”, en la Trinité, es uno de los más importantes del país. A partir del 12 de mayo, es la fundadora del Journal des Citoyennes, Lodoïska Caweska, quien lo preside. En el club “Saint-Séverin”, se vota el 13 de mayo la creación de un batallón femenino, y la Comuna acepta suministrar un centenar de armas para este batallón. En “Saint-Germain-l’Auxerrois”, donde se reúnen los librepensadores, la ciudadana Rondier hace votar a las 400 personas presentes, que incluyen más de 100 mujeres, una moción que exige poner todos los medios necesarios para “la liberación total de las mujeres”. La lista podría ser larga, basta con citar que el comité de vigilancia de Montmartre, en el distrito XVIII de París, dirigido por Louise Michel, organiza la instrucción de las niñas y un servicio de ambulancias. Hay que precisar que la tarea de las ambulancieras se hace bajo amenaza de muerte, porque Thiers ha ordenado disparar contra las ambulancias.
La Unión de Mujeres por la Defensa de París
“París está bloqueado. París es bombardeado (…) Ciudadanos de París, descendientes de las mujeres de la Gran Revolución (…) todas firmes, todas unidas, ¡trabajemos por la seguridad de nuestra causa! ¡Preparémonos para defender y vengar a nuestros hermanos! ¡A las puertas de París, en los suburbios, en todas partes! (…) Las ciudadanas patriotas están convocadas a reunirse el martes 11 de abril a las 8 de la tarde, en la Rue du Temple, en el Gran Café de la Nación, para tomar resoluciones definitivas para organizar el movimiento de mujeres por la defensa de París”. El 11 de abril, el Journal Officiel de la Comuna publica este llamamiento, a iniciativa de un grupo de mujeres. Su inspiradora es Elisabeth Dmitrieff.
Elisabeth, que cumplirá 20 años durante la Comuna, es una aristócrata rusa que mantendrá ocultos sus orígenes. Marx, que la llama afectuosamente “la Dama Rusa”, la había enviado a París como informadora de la AIT.
En esa reunión, tras varias horas de debate, se crea la “Unión de Mujeres por la Defensa de París y el cuidado de los heridos”. La Unión se dirige a la Comuna para solicitarle una sala en cada alcaldía de distrito para los comités de la Unión. La Comuna lo hace.
Al día siguiente de la constitución de la Unión, un diario fiel a la Comuna escribe exaltado: “he visto tres revoluciones, y por primera vez veo a las mujeres mezclarse en una con resolución. Las mujeres y los niños. Parece que esta revolución sea la suya, y que, al defenderla, defienden su futuro”.
Se crean comités de la Unión en los 20 distritos de París. La Unión, organización femenina más importante de la Comuna, agrupará a más de 6.000 mujeres.
La Unión actúa también en el campo político. Se opone a toda conciliación con los versalleses. Reclama la disminución de la jornada de trabajo. Exige la reordenación del trabajo de las mujeres.
Mujeres en las barricadas
Las mujeres no se limitan a organizar cantinas y ambulancias. Ocuparán pronto su lugar, armas en mano, en las barricadas.
Haciendo balance de la Comuna, Louise Miche escribirá que “la Comuna ha muerto, pero la revolución vive”. Las mujeres de la clase obrera habían ocupado su lugar en la acción política. Hubo y seguirá habiendo obstáculos para su organización. Pero la Comuna demostró su voluntad implacable de “cambiar la vida”. Una voluntad que se mantendrá en el tiempo.
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