Carta Abierta a los militantes y las organizaciones ante las elecciones del 23 de julio
El resultado electoral de este 28 de mayo no deja lugar a dudas: los partidos que forman parte del gobierno y los que lo apoyan desde fuera han sufrido, en su conjunto, una derrota política y electoral frente a la derecha, en muchos territorios. De nada sirve mirar para otro lado o culpar de los errores propios a la población trabajadora. Si los partidos franquistas han ganado, es porque los que dicen defender a la clase trabajadora y los pueblos no actuaron como debían.
Cambiar el rumbo
Son muchos trabajadores y trabajadoras que ven que sus salarios no suben, mientras se disparan los precios de artículos de primera necesidad y las hipotecas. Al igual que la juventud que tras terminar sus estudios se ve abocada al paro o al subempleo, se preguntan qué han hecho a su favor esos partidos que les pedían su voto.
Además, muchas de las medidas prometidas por el gobierno de coalición no se han cumplido, o lo han hecho muy parcialmente y como resultado de una presión creciente y movilización de trabaja- doras y trabajadores, pensionistas, sus organizaciones y el posicionamiento de los sindicatos.
No pretendemos minusvalorar la subida de SMI, o el 8,5% de las pensiones (arrancado por la movilización permanente de los y las pensionistas), pero la reforma laboral ha dejado intactos muchos de los efectos negativos de las reformas de Zapatero y Rajoy, en las que se ha apoya- do la patronal para no subir los salarios.
Tampoco se han cumplido otras promesas como la derogación de la ley mordaza o la reconstrucción del sistema público de salud. El movimiento pensionista señala, con razón, que el gobierno se niega a cumplir el mandato parlamentario de hacer una auditoría de las cuentas de la Seguridad Social.
Mientras la sanidad se desangra, la educación sufre grandes carencias, las infraestructuras se deterioran, se han casi duplicado los monstruosos gastos militares, y el gobierno se ha lanzado, detrás de Biden, a la guerra y a la ampliación de las bases de la OTAN en nuestro país, en contra del claro sentir mayoritario antibelicista de la población.
En general, durante los tres años y medio de mandato, el gobierno ha retrocedido siempre que le ha tocado cuestionar lo esencial del poder del gran capital (desde las eléctricas y petroleras a las grandes distribuidoras de alimentos o los fondos buitres), o los privilegios de la Iglesia Católica, la Corona, el aparato judicial y demás instituciones heredadas del franquismo.
Mientras el personal público pierde un 8% de poder adquisitivo, policías y guardias civiles reciben un 20% de subida y jueces y secretarios judiciales 450 euros al mes (mientras se niegan a negociar con los sindicatos del resto de funcionariado de Justicia).
Defender las reivindicaciones y derechos comunes de la clase trabajadora y los pueblos
Hay que tener en cuenta algo que nos ha enseñado la historia: no se puede vencer a la derecha con una política que cede ante la derecha, a los grandes capitalistas, que no se enfrenta a las instituciones del régimen monárquico, heredadas del pasado.
La experiencia demuestra que, si se quiere desarrollar una política favorable para la clase trabajadora y la mayoría de la población explotada y oprimida, hay que apoyarse en la movilización obrera, de pensionistas, de jóvenes, de mujeres, de los pueblos, de quienes vienen repitiendo que “gobierne quien gobierne, las reivindicaciones se defienden”.
Partir de esas reivindicaciones, buscar cómo darles satisfacción. Lo que exige enfrentarse al régimen actual, precisamente porque ese sistema está establecido para defender los privilegios de la minoría de banqueros y grandes empresarios.
Ni un solo voto a la derecha
Desde el punto de vista electoral, para derrotar a la derecha hay que partir de una premisa: la población trabajadora, que es la base social de quienes se reclaman de izquierda, debe tener argumentos para dejar de abstenerse. Y esto sólo se consigue si se gobierna decididamente para la mayoría social, para la población trabaja- dora, con un programa que recoja las reivindicaciones.
Con un programa que ponga por delante la defensa de la industria y un plan de choque para restablecer de inmediato el conjunto de los servicios públicos.
Para que el aumento de los precios no se coma nuestros salarios.
Para solucionar el problema de la vivienda con la única medida democrática posible: expropiando los pisos vacíos en poder de los grandes tenedores.
Para garantizar de una vez por todas, el sistema público de pensiones basado en el sistema de reparto.
No más reformas sin que haya una auditoría de las cuentas de la Seguridad Social.
En favor de la libertad y la fraternidad entre todos los pueblos de España, contra toda judicialización de los problemas políticos a los que ha empujado el aparato heredado del franquismo.
Por el cumplimiento de las promesas electorales incumplidas, como por ejemplo, la derogación de la Ley Mordaza.
No a las guerras, abajo los gastos militares, fuera la OTAN y sus bases. Presupuestos militares para gastos sociales.
Derogación de todas las leyes que permiten la privatización de la sanidad.
Un programa que recoja las reivindicaciones y aspiraciones más elementales de la población trabajadora, que se compro- meta a erradicar las desigualdades entre mujeres y hombres, y a eliminar todas las violencias machistas. La movilización y organización en torno a ellas, es el único dique que contendrá a la derecha.
Por ello, proponemos difundir amplia- mente nuestra carta, intervenir en el pro- ceso electoral con ella interpelando a los candidatos y las candidatas, preparando las condiciones para organizar la unidad en torno a los derechos sociales y democráticos más elementales para las elecciones y para el día a día posteriores.
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