¡Viva la Comuna!

Publicado el por Xabier Arrizabalo

Categoría: Formación - Historia del movimiento obrero

El próximo 18 de marzo se cumplen 150 años de la toma del poder en París por la clase obrera. Se constituía así el primer Estado obrero de la historia. Su recorrido fue efímero, ya que el 28 de mayo siguiente se completó su derrota militar. Sin embargo, en esos apenas dos meses y a diferencia de tantas otras experiencias que se dicen progresistas, la Comuna puso en marcha medidas enormemente avanzadas en todos los campos sociales.

En el periódico Información Obrera que, como su propio nombre indica, reivindica expresamente una posición de clase, iniciamos en este número una serie de artículos en los que se abordarán distintos aspectos de la experiencia comunera parisina del año 1871. Frente a la tramposa “historia oficial” que la clase dominante siempre trata de imponer, apostamos por ayudar a que la clase trabajadora conozca y reivindique su propia historia, en particular sus episodios más heroicos, entre los que sin duda se encuentra la Comuna de París. Lo hacemos desde el reconocimiento a las mujeres y los hombres que, organizados en oposición a las instituciones de la opresiva dominación burguesa, hicieron posible esta experiencia, que mostró de manera práctica la posibilidad de otra forma de organización social, que ponga en el centro el bienestar del conjunto de la población y no el lucro de unos pocos.

No nos inspira una perspectiva nostálgica, ni la búsqueda de un supuesto recetario revolucionario. Sí el aprendizaje de las enseñanzas que se derivan de esta experiencia, incluyendo su trágico desenlace que no empaña el heroísmo que la hace posible, ni hace minusvalorar su alcance histórico. Un aprendizaje riguroso que, por tanto, hacemos desde el marxismo.

En enero de 1917 Trotsky escribió un texto con motivo del decimosegundo aniversario del inicio de la Revolución de 1905, titulado Lecciones del gran año. En él explica que “los aniversarios revolucionarios no son sólo días para conmemorar, son días para sacar lecciones de las experiencias revolucionarias”. Éste es exactamente el sentido en el que proponemos la conmemoración de la Comuna. No desde una perspectiva academicista, retórica, sino de una forma política, pues se trata de aprender de esa experiencia para la lucha de la clase trabajadora hoy.

El texto de Trotsky fue además premonitorio del estallido revolucionario del mes siguiente, preludio a su vez de la Revolución de octubre que permite la toma del poder por la clase obrera y la constitución de un Estado obrero. Quién sabe si esta conmemoración que ahora realizamos acaba siento también premonitoria de la transformación revolucionaria que es la única vía para afrontar realmente los graves problemas sociales que padecemos.

En su escrito En memoria de la Comuna, Lenin concluye señalando que “la causa de la Comuna es la causa de la revolución social, es la causa de la completa emancipación política y económica de los trabajadores, es la causa del proletariado mundial. Y en este sentido es inmortal”.

No es retórica esta apelación a la inmortalidad de la Comuna. Ya Marx y Engels en 1845, en La sagrada familia, hablaban expresamente de la revolución permanente, ininterrumpida, fórmula fue retomada por Trotsky en 1904 en Antes del 9 de enero (también conocido como El proletariado y la revolución) y por Lenin en 1905, en La actitud de la socialdemocracia ante el problema campesino. Porque mientras exista la opresión va a existir la necesidad revolucionaria.

18 de marzo de 1871

Los acontecimientos se habían sucedido en los meses anteriores. El 4 de septiembre de 1870 el ejército imperial francés de Napoleón III es derrotado en la guerra con Prusia y se proclama la república. El 18 de septiembre se inicia el sitio sobre París, que durará más de cuatro meses, hasta el 28 de enero. Mientras, el 16 de enero tiene lugar en Versalles la proclamación de Guillermo I como Emperador de Alemania. El día 28 de enero Thiers, jefe del gobierno republicano provisional, firma el armisticio, pero París no acepta la rendición. El 8 de febrero ganan las elecciones en Francia los monárquicos, pero en París los republicanos. El 1 de marzo entra en París el ejército prusiano, que inmediatamente abandona la ciudad. El 3 de marzo la asamblea de delegados de la Guardia Nacional (milicia ciudadana) elige un comité ejecutivo que promete defender la república. Thiers nombra jefe de la Guardia Nacional a un general monárquico, pero la dirección de la milicia lo rechaza e ignora. El 10 de marzo se dicta un paquete de medidas regresivas: supresión de la moratoria del pago de alquileres y deudas, supresión del salario de los miembros de la Guardia Nacional, prohibición de periódicos republicanos, etc.

Esta retahíla de fechas es muy significativa, porque pone de relieve la incapacidad de la burguesía francesa, derrotada militarmente por la prusiana, de imponer orden internamente. El telón de fondo es la devastación social propia de toda sociedad capitalista y agravada en este caso por la guerra, como explica Lissagaray en su emblemática Historia de la Comuna: “el hambre picaba cada vez más. La carne de caballo era ya una gollería. La gente devoraba perros, ratas y ratones. Las mujeres, con un frío de 17 grados bajo cero, o entre el barro del deshielo, esperaban horas enteras una ración de náufrago. En vez de pan, una masa negra que retorcía las tripas. Las criaturitas se morían sobre el seno exhausto. La leña valía a peso de oro”.

Ya el 6 de enero el Comité de los veinte distritos parisinos había sacado un cartel con el siguiente texto recogido por Lissagaray: “¿Ha cumplido con su misión el gobierno que se ha encargado de la defensa nacional? ¿O con su lentitud, su inercia, su indecisión, los que nos gobiernan nos han conducido al borde del abismo… no han sabido ni administrar ni combatir… La gente se muere de frío, ya casi de hambre… Salidas sin objeto, mortales luchas sin resultado, fracasos repetidos… El gobierno ha dado la medida de su capacidad, nos mata. La perpetuación de este régimen es la capitulación… La política, la estrategia, la administración del 4 de setiembre, continuación del Imperio, están juzgadas. ¡Paso al pueblo! ¡Paso a la Comuna!”.

Se llega así al gran día, el 18 de marzo. Thiers ordena a los soldados tomar los cañones instalados en barrios parisinos como Montmartre y Belleville, que habían sido adquiridos por suscripción popular. La clase obrera parisina, junto con otros sectores sociales, se alza en armas, los soldados confraternizan con la Guardia Nacional y ellos toman la decisión de fusilar a dos generales. Thiers evacúa a Versalles a las tropas del ejército. La Guardia Nacional asume el poder, anunciando elecciones para el 26 de marzo. El día 28 se constituye la Comuna de París con 92 miembros en su consejo comunal.

Se abre así plenamente un periodo caracterizado porque la clase obrera toma las riendas de su destino en toda la medida posible, apoyada en la conformación de un Estado obrero que, por tanto, no está sujeto a los intereses de la minoría explotadora, sino a los de la mayoría trabajadora. Las medidas que adopta revelan la plena vigencia de la Comuna como referente hoy.

Pensemos en el caso español. ¿Acaso alguna de estas medidas no es muy necesaria, especialmente a la luz de todo lo acontecido últimamente? Sustitución del ejército regular al servicio de las clases dominantes por un ejército del pueblo; separación de la Iglesia del Estado, estableciéndose así la enseñanza pública laica; entrega de fábricas y talleres abandonados a las cooperativas obreras; elección de los funcionarios, revocables y con sueldo no superior al de los obreros; limitación de la jornada laboral; la plena igualdad legal de la mujer, con todos los derechos, etcétera.

La Comuna de París nos aporta enseñanzas para nuestra lucha hoy e Información Obrera quiere, modestamente, colaborar en este empeño. Porque, como explicaba Marx a Kugelmann en una carta el 12 de abril de ese mismo año, 1871: “de cualquier manera, la insurrección de París, incluso en el caso de ser aplastada por los lobos, los cerdos y los viles perros de la vieja sociedad, constituye la proeza más heroica de nuestro partido desde la época de la insurrección de junio”.

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