Los pequeños campesinos tienen razón cuando exigen poder vivir de su trabajo

Publicado el por Redacción

Categorías: Actualidad política, Campesinado, Economia

En toda Europa, los pequeños y medianos agricultores se levantan con una exigencia común: poder vivir de su trabajo. Se rebelan contra una política europea, aplicada por todos los gobiernos, de uno u otro signo, que los condena a la ruina, al cierre de sus explotaciones o a la venta de sus tierras a unas multinacionales y grandes empresas que aspiran a explotarlas sobre la base de una mano de obra semiesclava de inmigrantes (con o sin papeles).

La revuelta, que comenzó en Alemania y luego se extendió a Francia y a otros países europeos, ha llegado a nuestro país con fuerza, impulsada desde la base por los propios afectados.
La PAC de la Unión Europea se ha mostrado como un instrumento de destrucción de las pequeñas explotaciones agrarias, con sus regulaciones absurdas y su enorme burocracia, y con unas ayudas que, como demuestran los datos, se embolsan en su mayoría las distribuidoras, las grandes empresas y los grandes terratenientes (que se quedan con un 80% del total de ayudas de la PAC en España). En el último decenio, se pasó en Europa de 15 millones de explotaciones agrarias a 9 millones.

La destrucción de las pequeñas explotaciones agrícolas y ganaderas es, junto con la desindustrialización, una manifestación de la enorme destrucción de fuerzas productivas que se está produciendo en Europa.
Los acuerdos de libre comercio permiten inundar Europa con productos de precios más bajos, producidos con menos regulaciones sanitarias y ambientales. Y producidos, en su mayoría, no por los pequeños campesinos de los países de origen, sino por las multinacionales que han invertido en tierras en esos países, muchas veces expulsando a los pequeños propietarios.

La decisión de permitir la libre importación de grano y carne de Ucrania ha inundado Europa de productos ucranianos baratos, que han hecho caer los precios de muchos productos agrícolas, a la vez que los precios a los consumidores aumentan ¿A beneficio del pueblo de Ucrania? ¡No! De oligarcas como Yurig Kosiuk, dueño de empresas con 2 millones de pollos alimentados con transgénicos y cebados de antibióticos, y de multinacionales que están comprando a mansalva las fértiles tierras de Ucrania.

Y, sin embargo, tanto la PAC como los acuerdos de libre comercio han contado con el apoyo de todos los gobiernos y de la inmensa mayoría de las fuerzas políticas en toda Europa.
Las grandes distribuidoras de alimentos se enriquecen, pagan a los productores a precios ruinosos y venden al consumidor a 3 o 4 veces lo que han pagado. Leyes como la que supuestamente impide la venta a pérdidas, aprobada por el gobierno español, no han servido para nada.

Los agricultores franceses han levantado dos reivindicaciones claras y precisas: la exigencia de precios fijos para sus productos, garantizados por el Estado y el fin de las políticas agrarias europeas. Son reivindicaciones justas, que comparten los pequeños agricultores de toda Europa merecen el apoyo de toda la población trabajadora.
Apenas se ha iniciado la movilización de los campesinos en España, se ha desencadenado una formidable operación política y mediática contra ella. Con un claro objetivo: levantar una barrera entre los campesinos en lucha y la clase trabajadora. Ya sabemos que siempre nos van a decir que todo el que se levanta contra el gobierno “progresista” es de extrema derecha o un provocador. Quien se opone a la guerra de Ucrania es putinista, quien critica al sionismo es antisemita, quien apoya a los campesinos es extrema derecha. Porque la experiencia demuestra que una alianza entre los trabajadores y los pequeños campesinos es una fuerza capaz de cambiar la Historia. Frente a esa campaña, afirmamos que los pequeños campesinos tienen razón cuando exigen poder vivir de su trabajo.

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