¿Transferencias de la Seguridad Social? El ejemplo de Osakidetza

Publicado el por Plataforma Unidad en Defensa del Sistema Público de Pensiones

Categoría: Sanidad

Dice, que Osakidetza ha duplicado en los últimos años, en una población que se mantiene estable, el número de pruebas y operaciones, (sin aportar ningún dato). El sistema está al límite. No pueden incrementar más la actividad, ya no puede crecer más, no tiene capacidad

Por la Plataforma Unidad en Defensa del Sistema Público de Pensiones

Alberto Martínez, actual consejero de Osakidetza (Servicio Público Vasco de Salud), va a renovar la cúpula de su Consejería. Manifiesta que es necesario para optimizar unos recursos limitados. Y para afrontar la transformación que pretende en el Servicio Vasco de Salud. (Ver El Correo del 23 de julio)
Quiere modernizarla, adaptarla a las necesidades de la sociedad vasca, que preste a la población una atención de calidad. Basada más en el valor, la importancia y la necesidad de los procesos y tratamientos. Que en las pruebas y operaciones que se realizan.
Un cambio cultural para la población y los profesionales. Entre los primeros existe una demanda de atención creciente que dice habrá que gestionar. Entre los segundos ha detectado una resistencia al cambio.
Dice, que Osakidetza ha duplicado en los últimos años, en una población que se mantiene estable, el número de pruebas y operaciones, (sin aportar ningún dato). El sistema está al límite. No pueden incrementar más la actividad, ya no puede crecer más, no tiene capacidad. Necesitaría más profesionales, en un contexto en el que faltan médicos y también más camas y hospitales. Y eso no es viable.
Su primer objetivo, un plan de choque para mejorar el acceso a la atención primaria y reducir las listas de espera. El segundo, resolver los diferentes procesos de OPE, para reducir la temporalidad del 36% de la plantilla. Y el tercero, el más ambicioso, cambiar Osakidetza para adaptar el sistema a las necesidades de la sociedad vasca del futuro.
Creen los gestores de Osakidetza que seguir igual no es una solución de futuro. Por lo que plantean evolucionar del actual sistema que nos obliga a más consultas, más camas y más operaciones hacia otro que esté centrado en los resultados de salud. Es decir que los procesos que aporten valor se potencien y extiendan, mientras se reducen otros no tan beneficiosos para la salud de la población, aunque recalcó que lo urgente se seguirá atendiendo.
Parece quedar bastante claro que pretende dar a la población una atención de calidad con reducción de las listas de espera, sin cubrir la falta de médicos y rebajando consultas, pruebas, operaciones y camas. Claro que nos va a hacer falta valor y un tratamiento a base de estampas de la virgen de Begoña y escapularios de San Francisco de Asís.
Desde que, como consecuencia de las transferencias, el sistema público sanitario fue transferido al Gobierno Vasco, hace más de 40 años, cuando la ciudadanía consideraba tener el mejor servicio publico sanitario, no del Estado si no del mundo.
A la sanidad vasca le han quitado su carácter público para potenciar la sanidad privada. Paralelamente, los ciudadanos vascos han pasado de un servicio asistencial aceptable a otro que les atiende, si hay: médico, ambulatorio abierto y los astros perfectamente alineados. Ello con indepen-dencia de su ideología política.
En esos 40 años no se han realizado controles periódicos por organismos fiables e independientes que informen a la ciudadanía de la evolución de la sanidad pública vasca, que el Gobierno de Vitoria se empeña en denominar Servicio Vasco de Salud. Arrebatándonos a los ciudadanos la más mí-nima información de un sistema publico sanitario en el que ponen el dinero necesario para los servicios que deben prestarles. Nos toman por tontos y optan por la privatización, para lo que no fueron votados.
Desde que el PP aprobara la Ley 15/97,con el apoyo de PSE y PNV de «nuevas formas de gestión del Sistema Nacional de Salud», no han dejado de reprimir los derechos de los trabajadores, es decir, del
pueblo. Aunque se les llene la boca con manifestaciones como «los derechos de los pueblos o la cercanía de los servicios».
En Euskadi, tenemos en el Gobierno de Vitoria-Gasteiz la educación y la sanidad públicas y también la vivienda y, pese a esa cercanía, la educación se privatiza y se alimenta económicamente con dinero público.
La sanidad se privatiza mediante lo que llaman colaboración público privada y la reducción progresiva de la atención médica al pueblo. Y a la vivienda pública o asequible, ni se la ve ni se la espera.
Por eso no estamos de acuerdo con las transferencias de la Seguridad Social. Porque nos arrebatan al pueblo trabajador lo que tanto nos ha costado conseguir. Lo que es esencial para nuestra subsistencia, como trabajadores y como pueblo. Por eso de-fendemos la caja única de la Seguridad Social,
porque es nuestra, porque nosotros la alimentamos con nuestro salario.
Estamos a favor de la auditoría a las cuentas de la Seguridad Social, para que se sepa cuánto de nuestras aportaciones se han llevado y quiénes lo han hecho. Para que se revierta a la caja de los trabajadores. Para que lo devuelvan quienes dicen que no es sostenible.
Pero no nos engañemos sobre las pretensiones del consejero Alberto Martínez. Hasta la fecha, las necesidades de los ciudadanos cuando acuden a su médico de familia, antes de cabecera, es que le curen a la mayor brevedad de sus dolencias, bien mediante tratamiento o intervención quirúrgica. Lo que pretende el consejero (al igual que hicieron sus antecesores), con su moderno sistema basado más en el valor, la importancia y la necesidad de los procesos y tratamientos, que en las pruebas y operaciones, no es otra que seguir ejerciendo actos violentos contra la población, incrementando la privatización del sistema público sani-tario, negándole su derecho a una sanidad acorde a sus dolencias.
Proteste quien proteste, y si las protestas se empiezan a hacer insostenibles no dudarán en poner enfrente a la Ertzaintza, que debería saber de antemano que su obligación no es agredir al pueblo, sino defenderlo de las injusticias, aunque no las recojan los códigos de los agresores de traje y corbata.

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