La crisis del régimen de la transición

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Categoría: Actualidad política

Pedro Sánchez no consigue una mayoría para aprobar los Presupuestos, sobre todo por los desacuerdos sobre la economía de guerra

Pedro Sánchez no consigue una mayoría para aprobar los Presupuestos, sobre todo por los desacuerdos sobre la economía de guerra. Pero precisamente como el Gobierno propone una línea nueva, que no defendió en las últimas elecciones, hace más falta que los representantes elegidos por el pueblo la aprueben, a falta de pedir a los ciudadanos que la sancionen, como correspondería. Feijóo y Vox no tienen mayoría. Pero la primera función del Congreso es aprobar los presupuestos. ¿Estamos ante una crisis parlamentaria? No es eso, el problema es que el capital no ha conseguido aunar a las representaciones de la mayoría de los pueblos de España a favor de la fiebre de la guerra exigida por Trump y por la UE. El imperialismo español está en crisis a la hora de volcar al país en la guerra. Pero no es el único; la crisis recorre el mundo. Los pueblos no están por la guerra, todos los gobiernos están por la guerra.
Empecemos por arriba. Trump ha dividido a los Estados Unidos. Bernie Sanders dice: “Con sus decisiones dictatoriales, Trump intenta romper las instituciones que plasman la dominación capitalista en su país… y en el mundo”.Para salvar el capitalismo, Trump divide al capital internacional, como se ha visto en Davos y sobre todo en el choque con la Unión Europea.
La OTAN aparece dividida, no se sabe cómo puede seguir mandando, cómo puede intervenir en Ucrania ni en la próxima crisis. Y la máxima crisis se da en Palestina. La gran mayoría de los pueblos del mundo apoyan al pueblo palestino, pero muchos gobiernos reconocen al gobierno del genocidio.
En la resistencia palestina, en la resistencia de todos los pueblos, los dirigentes ven asomar las orejas del lobo, de la revolución. Lo que de momento les permite gobernar es que los dirigentes de las organizaciones obreras apoyan la política de guerra. La crisis de las instituciones de la transición.Los trabajadores deben tener presente la forma que toma la crisis del régimen, que se plasmó en 1977, tras las ‘primeras elecciones’ con un censo que permitió que votasen muchos muertos, y con un recuento en que el gobierno franquista cocinó durante 15 días, tapando como pudo la victoria de la oposición. En otoño nos manifestábamos unidos militantes políticos y sindicales de la izquierda exigiendo las reivindicaciones políticas y sociales. Al deshacerse los cortejos, circuló el rumor de que, sin aviso, los dirigentes políticos habían pactado con el gobierno franquista.
Aceptaron mantener la Monarquía, el ejército, el aparato judicial y los cuerpos represivos (rechazados en ese momento por la mayoría), además de recortar los salarios. Fueron los Pactos de la Moncloa. En estas páginas se explica que hoy, para salvar a la Monarquía, el actual sucesor de Franco se ha lanzado a actuar por su cuenta, como un Borbón, abandonando cada vez más el papel que la Constitución le asigna.
Es parecido el proceder del aparato judicial, fundado en 1936 por las bayonetas de los generales rebeldes. Por sus ataques a las libertades, ha ganado protagonismo. En el caso catalán, respondiendo al llamamiento del rey, con el juicio a los dirigentes del referéndum y procesando a miles. Es un atentado que la amnistía trata de anular, como se ha hecho otras veces en la historia de España y como todos los franquistas quieren impedir.
Se reservan los ejércitos, que también fueron fundados en 1936, una vez que el gobierno de la República declaró disuelto el ejército, roto por el alzamiento. Esos ejércitos fascistas del 18 de julio, apiñados en torno al rey, son hoy ejércitos de la OTAN, lo que en última instancia les hace más peligrosos. Vox parasita de ellos, y los delirios de grandeza de Ayuso quieren que desfilen en su honor como la mejor continuidad del franquismo.
Los trabajadores, que llevaron el peso de la lucha contra la dictadura, siguen peleando contra su continuidad en la colaboración política y sindical de sus dirigentes con la patronal y las instituciones heredadas, lo que cobra formas y dimensiones nuevas con la actual ofensiva trumpista del imperialismo contra trabajadores y pueblos, orquestada en Bruselas.Esta ofensiva tropieza con el desgaste de los partidos y las instituciones, que se evidencia en el bloqueo del Congreso de los Diputados. A empujones quieren resolverlo, como Musk. Feijoo, arrastrado por Vox, tiende a pasar por encima del funcionamiento legal, pero cada jefe regional del PP busca su camino. También en Sumar, cada Yolanda mueve su baza, mientras Sánchez prepara el PSOE para las elecciones locales y de paso para convocar elecciones cuando necesite. Todos los parches son posibles mientras la resistencia de los trabajadores y pueblos no se aúne para impedir los desmanes que ahora traman todos los partidarios de la guerra, todos los caciques en su rincón.
Los trabajadores y sus organizaciones difícilmente pueden defenderse si aceptan que se mantenga el 85% no derogado de las reformas laborales de Rajoy, ni las reformas de pensiones de Sánchez. No pueden aceptar el hundimiento de la sanidad y otros servicios públicos. Ni pueden aceptar la política de división con ataques sistemáticos al pueblo catalán y a los inmigrantes.
La irrupción de trabajadores y pueblos para quitar esos obstáculos tendería naturalmente a buscar un antipacto de la Moncloa, barriendo instituciones que son obstáculos para defender a los trabajadores y a todos y cada uno de los pueblos, marco que sólo puede ser la Tercera República.

Manuel Cusó

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