Jumilla: ¿por qué atacan a los inmigrantes?

Publicado el por Manuel Cuso

Categoría: Tribuna Libre

El único concejal de Vox, promotor de la moción, Juan Agus, se felicita así: «Jumilla hace historia. Gracias a Vox se aprueba la primera medida en España que impide celebrar fiestas islámicas en espacios públicos.

Entre los escándalos en la prensa en relación con la población inmigrante han aparecido noticias del ataque del Ayuntamiento de Jumilla (Murcia) a los inmigrantes marroquíes.
Los hechos son simples. En ese pueblo murciano hay una minoría de inmigrantes marroquíes, que suelen celebrar la fiesta del Cordero y la del fin del Ramadán en instalaciones públicas. Sin ningún motivo ni pretexto, el Ayuntamiento, a iniciativa de Vox y con los votos de PP y Vox, ha prohibido que, pretextando la religión islámica, ajena a las costumbres españolas, puedan utilizar esas instalaciones.
Se ha creado confusión por el proceder típico de PP y Vox: Vox lanzó el grito antimoro, luego PP y Vox presentaron una moción aparentemente neutra, sin más objeto que echar a los inmigrantes de esos locales públicos para sus grandes fiestas islámicas.
El único concejal de Vox, promotor de la moción, Juan Agus, se felicita así: «Jumilla hace historia. Gracias a Vox se aprueba la primera medida en España que impide celebrar fiestas islámicas en espacios públicos. ¡España es y será siempre tierra de raíces cristianas!». El secretario general del PSOE en la región de Murcia reconoce que el PP lleva al Ayuntamiento los desmanes de Torre Pacheco. «El PP vulnera los valores constitucionales y pone en riesgo la convivencia».
PP y Vox son organizaciones de ámbito estatal y tienen un plan conjunto para España. Hay un punto que es la defensa de lo nuestro, lo católico, contra lo demás. Daría igual que en lugar de estar por medio PP y Vox fuesen otros (aunque es lógico que sea así). Es inadmisible.

Una ofensiva antiinmigrante, ¿por qué?
El hecho de que los marroquíes utilizasen las instalaciones públicas para sus fiestas es una muestra inequívoca de la voluntad de convivencia ciudadana, y por eso resulta
doblemente ofensiva la prohibición ahora dictada. Es una provocación, el Ayuntamiento
franquista busca el enfrentamiento con los inmigrantes, quiere crear la disensión en el pueblo. ¿Por qué?
Echemos una mirada internacional.
Primero, cada nueva legislatura europea empieza con un acuerdo de los 27 países europeos para endurecer las condiciones para que los inmigrantes puedan integrarse. Sobre todo para obtener la entrada y el mantenimiento en el país. La presidenta de la Comisión Europea, tan sometida a Trump, ha estado sin duda de acuerdo con él para atacar a los migrantes. En toda América se prepara una conferencia internacional en defensa de los migrantes.
En segundo lugar, en la mayoría de países europeos se multiplican las provocaciones. En Alemania han expulsado a un dirigente de la inmigración, en Italia la extremista de derechas Meloni se empeña en echar del país a los solicitantes de asilo pisoteando todos los derechos…
¿Por qué? Para sembrar la división entre trabajadores. Cuando más los patronos piden obreros inmigrantes, los partidos patronales lanzan campañas antiinmigrantes.
España podía parecer una excepción.
En el mismo momento en que la UE anunciaba su última racha antiinmigrantes, el Gobierno anunciaba la regularización de un millón de inmigrantes (con el acuerdo de sectores patronales). No resolvía todo, pero era un buen paso. Sin embargo, ese millón siguen esperando que se cumpla el anuncio, pues Sánchez parece ceder a las presiones europeas aplazando dar el paso.

El objetivo privilegiado
Jumilla ataca a los marroquíes. Encuentra el terreno trillado, pues la burguesía española lleva siglos de campañas antimoro. En 1492, tras la conquista de Granada, un cuarto de la población eran musulmanes. Pero vinieron siglos de Inquisición, de guerras para echar al moro. La guerra está inventada, son los «ajenos a nuestras tradiciones».
Hoy los marroquíes son la única población inmigrada que supera el millón de ciudadanos, sin contar con los ilegales invisibles. La diferencia de lengua y de religión favorece el enfrentamiento. Después de los gitanos, son los más mal vistos, porque «no nos entendemos».
Para defender nuestros derechos, los trabajadores nada necesitamos tanto como la unidad. Todo obrero consciente debe buscar toda ocasión para estrechar relaciones con el pueblo marroquí.

Manuel Cuso

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