«Sí, asumieron nuestras muertes con frialdad» – Covid Persistente

Publicado el por Joseba Izaga, Militante UGT-SP Euskadi

Categoría: Sanidad

En Euskadi, el Gobierno vasco ha sacado sus cuentas. Se pagaron 160 millones de euros por ajustes usados en el marco de servicios complementarios prestados entre comunidades autónomas tras el cierre del último ejercicio correspondiente

Testimonio de un enfermo de Covid Persistente, un año atrás.

En medio de la más brutal de las sensaciones de abandono que pueda sentirse, quienes caminamos junto a las personas enfermas hemos tenido que apretar los dientes, como han hecho a lo largo de cinco años las personas enfermas mismas comprobando la desidia absoluta criminal a que se les ha sometido tanto por las instancias políticas como las sanitarias. Siempre en línea con la habitual indolencia que se practica por aquí, los médicos no tenían mucho conocimiento de la enfermedades, el resto del personal sanitario tampoco y el INSS comenzó una cruzada contra quienes incapacitados para el desarrollo de cualquier labor profesional se dirigieron a la búsqueda del amparo del último organismo del Estado que pudiese garantizar el soporte económico de las personas que en multitud de casos no volverán a ser aptas para ninguna tarea. Especialmente duro ha sido enfrentarse al propio rechazo de personas de las propias familias.
Una buena responsabilidad recae sobre los gobiernos e instituciones por no reconocer la existencia de la enfermedad y presentarla como una afección paria dentro del extenso catálogo de enfermedades conocidas, tratadas y convertidas en enfermedades inhabilitantes.
Esa difamación contra la enfermedad ha permitido que los enfermos de Covid Persistente no hayan sido creídos a pesar del terrible cuadro de enfermedad que tienen que soportar.
Tras el lustro transcurrido desde el crimen fríamente planificado por el Gobierno y las comunidades autónomas de todo pelaje desde que la pesadilla fue oficialmente presentada en sociedad hasta el pasado año 2024.
En Euskadi, el Gobierno vasco ha sacado sus cuentas. Se pagaron 160 millones de euros por ajustes usados en el marco de servicios complementarios prestados entre comunidades autónomas tras el cierre del último ejercicio correspondiente.
Es mucho dinero para sostener derivaciones de aquí para allá sin tomar una decisión definitiva. Por fin, el Servicio Vasco de Salud, Osakidetza, ha tomado la decisión de constituir una Unidad de Covid Persistente adscrita a la Unidad de Neurología dado el carácter neurológico de la enfermedad.
Esa unidad ha iniciado sus servicios con un personal competente adivinándose como un servicio útil y valioso para las personas enfermas. Ellas esperan ahora pasar el trámite impostergable del Tribunal Médico con reconocimiento de incapacidad tras la rutina habitual de los doce meses de baja y la prórroga de hasta otros seis meses más.
Las personas enfermas precisan de informes médicos reales y cualificados y la sociedad tiene la responsabilidad de acompañar sus reivindicaciones y la demanda clara de atención médica con los medios, todos sin excepción, necesarios.
Entre tanto, señalamos con el dedo al INSS. No puede seguir enviando a los juicios a desalmados togados que juegan con la vida de las personas condenándolas a la más terribles de las debacles económicas y a vender casas que no pudieron pagar o alimentarse del Banco de Alimentos tras casi cuarenta años de cotizaciones religiosamente pagadas a la par que los han trabajado día a día.
Nadie debe perdonar los cinco años de cinismo absoluto, de muerte en vida, de incomprensiones familiares, de estúpidos comentarios de cuadrillas que no viendo tullidas a las enfermas no querían admitir la gravedad de la situación, como si para entrar en sociedad de los enfermos debieras presentarte con una sola pierna y un solo brazo.
Entonces, sí. He ahí, un enfermo. Y no. Las enfermedades neurológicas o las mentales, la fibromialgia se han convertido en un castigo añadido para quienes tienen la desgracia de portarlas expuestas a la indolencia de amistades incluso, que en un ejercicio de verdadera desidia hasta se atreven a juzgar a los enfermos y enfermas si tener la más remota idea de lo que están hablando.
Mucha gente opina, juzga, condena y margina sin capacidad alguna ni siquiera, para opinar.
Pero lo hace. Y destroza vidas ajenas. Maltrata, hunde personal y anímicamente a tantas y tantas personas desgraciadas por la ruleta rusa de que un virus te posea. Es la hora de reconocer las incapacidades que correspondan objetivamente y no vamos a pasar por menos.


Joseba Izaga, militante de la Unión General de Trabajadores, SP Euskadi

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