La Monarquía, institución en crisis

El 19 de marzo, la fiesta mayor de las Fallas, Felipe VI acudió en privado
El 19 de marzo, la fiesta mayor de las Fallas, Felipe VI acudió en privado (sin autoridades que lo recibiesen o acompañasen) y sin que constase en la agenda de la Casa Real a visitar las fallas de Torrent (11 muertos en la dana). Bajo un «fuerte dispositivo de seguridad», ha visitado dos fallas y ha conversado con las falleras mayores de la localidad, se ha hecho fotos con los niños; después de comer se ha ido a una corrida de toros organizada por la Diputación de Valencia en homenaje a las víctimas de la dana.
Es la séptima visita del rey Felipe a Valencia desde que se produjo la riada. La primera, el 3 de noviembre, fue recibido en Paiporta con pelotazos de barro; allí no ha vuelto. La segunda, el 12 de noviembre, volvió para visitar la base de la OTAN en Bétera y las unidades militares desplegadas en la zona, un entorno seguro. La semana siguiente fue a Chiva y Utiel; un cerco de seguridad impidió a los grupos que iban a protestar que se acercaran a Felipe y a Leticia. El 9 de diciembre acudieron al funeral preparado por el arzobispo en la Catedral de Valencia por las víctimas; tampoco Felipe pudo evitar ser abucheado por las víctimas: «¡asesinos!». El 22 de diciembre, la familia real al completo hizo un recorrido privado por Catarroja, Picaña y Alacuás, y fue a comer paella y all i pebre al Palmar, como una familia que sale de excursión, por curiosidad, a visitar un paraje que ha sido azotado por la tempestad.
El 12 de marzo los reyes volvieron a Valencia para reunirse en la sede de la patronal valenciana con las organizaciones empresariales y las entidades sociales (oenegés); en la reunión también participaron Mazón y Carlos Cuerpo, ministro de Economía; hoy siguen estando las mismas necesidades inmediatas, los mismos y acuciantes problemas de los afectados encima de la mesa; pero el rey pudo «tener información de primera mano, en un encuentro de diálogo y escucha, de
la situación de empresarios y colectivos vulnerables». Felipe y Leticia fueron recibidos en el centro de la ciudad, acordonado por la policía, por poco más de un centenar de escolares: «¡Viva el rey! «¡Viva España!»
Los periodistas pagados de los medios le dan un significado político a esto: «La empatía y el apoyo demostrados por el monarca contrastan con la percepción que algunos sectores de la sociedad tienen respecto a la actuación del Gobierno central». Mientras que la presencia real ha sido constante y visible, la respuesta del
gobierno del todavía (¡) presidente Pedro Sánchez ha sido insuficiente o tardía. «Este contraste ha fortalecido el vínculo entre la Corona y el pueblo valenciano, que ve en el rey una figura cercana y comprometida con sus necesidades», afirma uno.
Otro periodista, que asegura no tener nada contra la monarquía «siempre que se ciña al marco que la Constitución impone», escribe: «Así que la agenda diseñada por la Zarzuela no da puntada sin hilo». Será la sexta visita que la Casa Real gire a Valencia desde la catástrofe. En la primera, el 3 de noviembre, soportaron un intento de agresión en Paiporta al que hicieron frente. Ese día, el triunfo del Estado frente a la turba lo personalizaron don Felipe y doña Letizia. Nada de lo que han hecho los reyes han sido capaces de hacerlo, cuatro meses después, ni Sánchez, ni Feijóo, ni Mazón, ni Diana Morant». Permítasenos recordar a quienes desde estas páginas hemos señalado la responsabilidad del Gobierno central en lo sucedido el 29O y cuestionado su actuación posterior, que Pedro Sánchez vino el 1 de noviembre a apoyar a Mazón y a reunirse con los alcaldes de las localidades afectadas, como volvió a hacer el 23 de enero. Eran reuniones de trabajo en las que se ponían medios encima de la mesa, claramente insuficientes. El gobierno no ha hecho lo que tenía que hacer; pero las visitas de Felipe son puro teatro, propaganda.
En realidad, se trata de un plan organizado desde la Casa Real, por el rey y sus asesores, oficiales o no (su camarilla), para combatir el desprestigio de la monarquía, y Valencia es hoy su banco de pruebas. Las visitas «privadas» del rey a Valencia tienen,
pues, un objetivo político: ensalzar al rey y la monarquía (restaurada por
Franco al nombrar sucesor suyo a
Juan Carlos en 1969) por encima de las instituciones elegidas, saltándose los preceptos constitucionales que le obligan a acordar con el Gobierno actos «privados» de este tipo. No es la primera vez; es una tendencia de Felipe VI que se hizo evidente en su discurso del 3 de octubre de 1917, en el que, pasando por encima del gobierno Rajoy, llamaba a las instituciones franquistas (al aparato judicial en particular) a actuar contra los dirigentes políticos organizadores del referéndum catalán del 1O. También en septiembre de 2020, cuando, al terminar el acto de entrega de despachos de la nueva promoción judicial, el rey se permitió llamar a Carlos Lesmes, entonces presidente del CGPJ, para comunicarle su deseo de haber estado allí; el Gobierno no lo había autorizado.
La realidad contradice todos los discursos laudatorios de la monarquía, la falsa imagen de una monarquía honrada, moderna y democrática. Basta recordar al comisionista Juan Carlos, huido a Abu Dabi para evitar que los casos de corrupción en torno a su persona desestabilizaran aún más a la institución heredera de Franco, clave de bóveda del Estado burgués. Ahora, él, que no puede ser juzgado en España por sus delitos, demanda ante los tribunales a Revilla por decir lo que todos sabemos; ¿qué pretende? Su abuelo tuvo que poner pies en polvorosa en abril de 1931; en otras circunstancias, su hijo Felipe también camina hacia el exilio. ¡Cuanto antes echemos a los Borbones, mejor!
Blas Ortega

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