La catástrofe de Valencia y la Monarquía

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Categoría: Editorial

Las localidades valencianas están aún irritadas por la ineficacia del Estado en todos sus niveles para recuperar la normalidad». Quien escribe esto el 26 de diciembre, tras el tradicional discurso del rey por Navidad, sabe de qué habla. Se trata del editorial del ABC, órgano oficioso de la Corona. Y, por tanto, un medio más que consciente del papel constitucional y el papel real de la Monarquía como clave de bóveda del Estado. Monarquía y monarca que acudieron en defensa de todas las instituciones del Estado, puestas en cuestión por su desastrosa actuación antes, durante y después de la dana, con su visita frustrada a Paiporta, donde todas las instituciones fueron increpadas y rechazadas por los vecinos. Desde entonces, la Monarquía trata de salvar su «prestigio» aunque sea a costa del Gobierno o de los Ayuntamientos, organizando misas con el arzobispo de Valencia o visitas «sorpresa» bien protegidas y coreadas por la mayoría de los medios de comunicación «independientes», pero que han provocado nuevo rechazo. Recordemos que la alcaldesa de Catarroja reaccionaba a la visita de los reyes manifestando su enfado porque solo visitaran la parte del municipio «más operativa», para aparentar «una cierta normalidad que no es real». Añadiendo que «mientras la gente está trabajando, ellos están tomándose un refresco».
Una operación más que necesaria, porque, en efecto, no solo se ha puesto en evidencia el carácter parasitario de las instituciones del Estado, empezando por la cabeza sino que se ha puesto de manifiesto cómo unas instituciones marcadas por el peso de la herencia franquista son incapaces de cualquier acción rápida y eficaz para proteger a la población o para restituir el daño causado.
En esta situación, hay que resaltar la revuelta del pueblo valenciano que no está dispuesto a pagar los platos rotos de tanta incuria, despropósito y negativa a realizar las mínimas inversiones que hubieran evitado las consecuencias catastróficas de la dana.
Las tres grandes manifestaciones celebradas en Valencia el 9 de noviembre, el 29 de ese mes y el 29 de diciembre muestran la disponibilidad del pueblo, en especial de la población trabajadora, a exigir responsabilidades y una reconstrucción al servicio de la mayoría. Responsabilidades que se exigen de entrada del gobierno regional y su presidente Mazón, pero en las que muchos van más allá, como en el caso de la ruptura de la presa de Tous en 1982, y exigen que se depuren las responsabilidades del Estado a todos los niveles, a pesar de los quince años que en este caso se tardó. Una exigencia que este periódico obrero comparte.
Por el contrario Mazón hace aprobar una norma de “simplificación administrativa” que facilita la construcción en zonas inundables, cuando ya 270.000 personas viven en Valencia en 90.000 viviendas construidas en zonas anegables. Medidas como esta pueden provocar una nueva catástrofe. Por su parte el general Pampols, al cabo de dos meses está elaborando el plan de reconstrucción, no tiene ninguna intención de recurrir a todas las fuerzas del pueblo valenciano, ni del Estado.
De ahí la importancia de la movilización continua que plantea la plataforma de asociaciones convocantes de las manifestaciones de Valencia. De ahí la creación de asociaciones de afectados. Y de ahí la necesidad de ayudar a organizar el caudal de simpatía y de solidaridad desde todos los trabajadores y pueblos de España, de combatir por organizar estas fuerzas y no contentarse con los alegatos institucionales de los partidos que dicen representar a la mayoría social.
«Si no hay prohibiciones de urbanizar y desvío de corrientes, si nadie es castigado, si no se responde con energía a la indignación popular, en pocos años volverá el desastre», decía el cantante Raimon, expresando algo que parece de sentido común. Pero ¿es posible el sentido común en el reino de la especulación, del negocio fácil, del parasitismo y la arbitrariedad del Estado de la Monarquía?
No es casualidad que Felipe VI concluyera su discurso de Navidad pidiendo consenso a los partidos como en el 78, porque es consciente de que reina sobre un barril de pólvora. Lo de Valencia exige que la soberanía se ejerza, que el pueblo valenciano, los pueblos, asuman todos los medios para reconstruir para la mayoría. ¿Cabe esto en la Monarquía heredera de Franco? Plantear la pregunta da la respuesta. Que debe traducirse en el impulso y participación en las múltiples iniciativas republicanas que se anuncian para los próximos meses.

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