Un fantasma recorre el mundo

“Las finanzas en la sombra, que escapan al control más estricto de la regulación, han crecido hasta lo inimaginable, y suman 230 billones de euros, tres veces la economía mundial”, escribía el vicedirector de La Vanguardia este sábado 18 de marzo, en un artículo titulado (no por casualidad) “¡Ayuda, que nos hundimos!”. Un frase que expresaba en pocas palabras el carácter desordenado, caótico y destructivo del sistema de producción capitalista, en el que nadan miles y miles de millones de euros que buscan en puras maniobras especulativas ganancias extraordinarias, al precio de provocar bancarrotas y sus consecuencias. Ningún gobierno tiene la voluntad de controlar estos capitales, ya que sería -según ellos- “atentar a la propiedad privada”. En nada quedaron las promesas –incumplibles bajo el gobierno del capital financiero- de “regular” el comportamiento de los bancos (o de las multinacionales, véase el “caso Ferrovial”).
Ahora, una vez más, todos acuden a salvar a los bancos privados con las operaciones de rescate a costa del presupuesto público.
Es lo que hicieron con los planes de rescate en España bajo el Gobierno Rajoy. 70.000 millones entregados a la banca que nunca se han devuelto, y que todos los gobiernos renuncian a reclamar.
Hoy Pedro Sánchez declara que la banca española no corre peligro, que la situación está controlada, que no volverá a ocurrir como en el 2008, cuando, con los planes de austeridad los trabajadores pagaron la crisis con los recortes de salarios, pensiones, servicios públicos. Pero la población trabajadora se tienta la ropa, porque justo lo mismo dijeron en 2008.
Hoy la política de guerra, de aumento de gastos militares a costa de la sanidad, la educación, lo público, choca con la resistencia creciente de la mayoría. El Gobierno se ha visto obligado a retroceder en su ataque planificado al sistema de pensiones público, atrasando hasta el 2040 el aumento del cómputo de los años para calcular la pensión, buscando nuevas fuentes de financiación, incluso incluyendo algunas mejoras limitadas, pero eludiendo la auditoría de las cuentas de la Seguridad Social, que pondría de manifiesto que el “argumento supremo” de la insostenibilidad de las cuentas de las pensiones, con el que se justifican todas las “reformas”, es falso. Un retroceso del Gobierno, forzado por la lucha de los pensionistas, la resistencia de sectores importantes de los sindicatos a aceptar nuevos recortes, y el eco de las movilizaciones en Francia.
Desde la Unión Europea ya se habla de nuevos planes de ajuste, pero todos temen, desde Madrid a Berlín, que la resistencia y rechazo de la mayoría se convierta, como en Francia, en enfrentamiento abierto con las instituciones. Instituciones que salvaguardan los intereses del capital.
Esto es lo que está en juego en el combate indispensable contra su guerra, contra los gastos militares, en defensa del sistema público de pensiones, en la lucha contra la privatización de la sanidad, la exigencia de derogación de las leyes represivas como la Ley Mordaza, en suma, en la lucha por la democracia contra la Monarquía.
El fantasma que recorre el mundo de volver a la crisis del 2008 es también el fantasma de la revuelta de los trabajadores y los pueblos frente a la explotación y opresión. Las formidables movilizaciones del pueblo de Madrid por su sanidad, y las que se preparan en Andalucía por el mismo motivo, y que amenazan con ser igualmente masivas, son un síntoma de que lo que sucede en Francia, Alemania o Gran Bretaña tiene aquí sus primeros ecos.
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