¡No a los presupuestos de guerra!
Desde el Gobierno de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz nos presentan, una vez más, unos supuestos “presupuestos sociales”. Pero detrás de la propaganda se oculta la realidad de las cifras. Porque los presupuestos son cuentas, y no cuentos.
Y esta realidad muestra algo que sí se resiente por parte de la mayoría de trabajadores, activos, pensionistas o desocupados, de jóvenes de todos los pueblos de este país: una cuarta parte de la población está ya en nivel de pobreza y ese porcentaje no deja de aumentar, el poder adquisitivo ha bajado más de un 6 % este año para la mayoría (con especiales subidas en bienes esenciales cono la energía, los combustibles, los alimentos). Y los planes de despido en la industria se suceden. No es necesario añadir más.
¿Responden estos presupuestos a las necesidades de la población?
La partida que más aumenta – con un incremento real de un 126 % – es la correspondiente a gastos militares (que llaman presupuestos “de defensa”). La segunda, 31.000 millones se destinarán al pago de intereses de la deuda, más del 2 % del PIB. Los únicos empleados que reciben una subida salarial digna de ese nombre son los policías y los guardias civiles. Mientras hay dinero a chorros para armas y cuerpos represivos, la sanidad se desangra tras la pandemia, la enseñanza sigue con aulas abarrotadas, cientos de miles de jóvenes ven negado su acceso a una FP pública. Esta es la realidad:son unos presupuestos de impulsión de la guerra y de guerra social.
El Gobierno ha elaborado unas cuentas que se subordinan al dictado de Biden, que ha decretado que la guerra debe continuar, porque le interesa que el pueblo ucraniano, el ruso y todos los pueblos de Europa se desangren en su guerra por el control de las materias primas, de los mercados.
Alto a la guerra, ¡ya!, alto a la guerra social, es una exigencia que toda organización que pretenda defender a los trabajadores y la democracia debería enarbolar, negándose a cualquier consenso para la guerra.
El carácter de estos presupuestos se acentúa si recordamos que en varias comunidades autónomas -como es el caso de Andalucía o Cataluña- los presupuestos de 2022 para inversión e infraestructuras y servicios no se ejecutan.
Democracia y presupuestos
Nos presentan un proyecto de presupuestos del Estado que adolece de una enorme falta de transparencia. De nuevo vivimos una verdadera ocultación de los gastos. Desde lo declarado por la ministra Montero en gasto militar –12.000 millones– a la realidad -27.000 millones- va un trecho. La ocultación de gastos es una constante heredada del régimen franquista. Porque lo mismo sucede con las cuentas de la Seguridad Social, con respecto a las cuales el Gobierno se niega a llevar a cabo una auditoría, a pesar de que fue votada en Cortes. Y lo mismo, con los verdaderos gastos de la Casa Real, que oficialmente serían de poco más de 8 millones, cuando, en realidad, se trata de más de 500, pues se reparten gastos en varios ministerios.
Todas las cuentas sufren de una ocultación sistemática: el Gobierno, en continuidad con los demás Gobiernos, intenta no solo engañar sino «vender gato por liebre».
¿Hay algo más democrático que responder exigiendo verdaderas reivindicaciones?: Aumento de salarios y pensiones según la inflación, acabar con los gastos militares, restablecer los presupuestos necesarios en educación, sanidad, todos los servicios públicos. Este es el contenido de decir: ¡¡Alto a la guerra YA!!
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