Kissinger y España

Publicado el por Manuel Cuso

Categoría: Actualidad política

No hace mucho falleció Henry Kissinger, el mayor organizador de golpes de Estado y en particular el padrino del golpe de Pinochet. La gran prensa ha hablado de todo, procurando evitar la relación de Kissinger con España. Hubiera habido que esperar lo contrario. Además, ha prodigado las alabanzas y mitigado las críticas, aunque hay que reconocer la magnífica necrológica de Muñoz Molina, llamando al pan pan y al vino, vino.

En junio de 1976, Juan Carlos visitó los Estados Unidos, buscando órdenes y apoyo. El ministro de Exteriores y presidente del Consejo de Seguridad era Kissinger, quien dirigió las conversaciones del Gobierno y de los republicanos con el rey español. Regateó, sin oponerse del todo, a la cuestión de la legalización del PCE y discutió otras cuestiones, pero su preocupación fundamental era “mantener la fortaleza y autoridad del Estado por encima” de todo para evitar una revolución como la de Portugal. Y ante todo que Juan Carlos, que había recibido de Franco todos los poderes al hacerse la Constitución, guardase algunos de los poderes recibidos del dictador que le permitiesen pasar por encima del Gobierno y las Cortes.

¿En qué medida hizo caso el Borbón a esa exigencia de Kissinger?

En la Constitución hay una serie de ambigüedades sobre el papel y las atribuciones de la Corona, Por ejemplo, en la designación de candidato a la presidencia del gobierno, o el papel “moderador y arbitral” del rey. No hay ninguna interpretación autorizada de cómo se comen esas ambigüedades, es una opción del rey y de los gobernantes. Cuando la lucha contra ETA era la gran imposición de los franquistas, Juan Carlos se reunió con los jefes del PP y del PSOE para establecer la línea antiterrorista. El rey podía estar cuando los franquistas obligaron a González, a Aznar, a cortar las negociaciones con ETA, pero no apareció así. El rey (ya Felipe VI) podía estar implicado cuando Aznar y las Cortes impusieron la interferencia militar en la Seguridad, pero no apareció así. Pero es con Felipe VI cuando ha ido apareciendo la interferencia del rey en la política:

  • El Gobierno niega la participación de Felipe VI en una asamblea de los jueces, y el rey no acude pero luego se hace presente con una llamada telefónica personal. ¡Viva el rey!
  • Rajoy no aprueba el discurso del rey el 3 de octubre, contra todo el pueblo catalán movilizado por la represión, pero Felipe VI hace un discurso hostil contra Cataluña alentando a los jueces a procesar a miles de ciudadanos y condenar a penas de hasta 13 años a los gobernantes catalanes.
  • El rey interviene personalmente llamando a Seat para que retire su domicilio de Cataluña.
  • Ante la negativa de Gerona a albergar la entrega de distinciones monárquicas, el rey organiza una solemne manifestación en Barcelona, a la que responde una manifestación masiva de 50.000 ciudadanos: ¡Abajo la Monarquía! (lo cual dirigentes independentistas desvían hacia “Cataluña no tiene rey”.
  • El rey cambia las normas para designar ilegítimamente a Feijoo como candidato a presidente del Gobierno (abre el paso a sobornos para cerrar el paso a Sánchez).
  • Hace un discurso en la Pascua Militar negando el derecho de las Cortes a legislar la amnistía y recuperar libertades.

Kissinger ha muerto, pero sus discípulos aplican la política de los golpes de Estado.

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