Hay una salida

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Categoría: Editorial

Quien siga atentamente la política interna de este país, puede tener dificultades para comprender.

Por un lado los representantes políticos de las instituciones franquistas –que siguen bien vivitas y coleando, con el Borbón a la cabeza– prometen, un día sí y otro también, el desastre absoluto. Intentan aterrorizar a la mayoría para exigir de hecho ocupar el Gobierno, institución que se les escapa. Nadie excepto ellos –piensan– estaría legitimado para gobernar.

Por otro lado, el Gobierno intenta mil contorsiones para mantenerse. Firma un acuerdo con los sindicatos sobre el SMI, un pequeño avance para intentar impedir o más bien asegurarse que los responsables de las confederaciones no van a mover un dedo, como están haciendo ante el incumplimiento del acuerdo de subida salarial de los empleados públicos, y como hacen desde hace unos años para garantizar a cualquier precio el «diálogo social».

Pero no es el único frente que tiene que cubrir. Al mismo tiempo, este Gobierno, basado en una frágil mayoría parlamentaria que combina muchos partidos, tiene que suplicar los favores de la dirección de un partido, Junts, que en muchos aspectos se identifica con la otra derecha, e incluso con la extrema derecha racista europea. Otro mito que cae, independentista no rima obligatoriamente con progresista.

Al mismo tiempo, los recortes introducidos –para contentar a la Unión Europea– en la reforma del subsidio de desempleo (ved el artículo al respecto publicado en la página 3 del suplemento al n.º 386 de Información Obrera y en las páginas 2 y 8 de éste) han llevado a que los cinco diputados de Podemos hayan impedido con su voto negativo la aprobación del mismo. También ha influido la inflexibilidad de Yolanda Díaz, que quizá pensaba repetir la carambola de la aprobación de la reforma laboral.

Un frágil equilibrio en el que al Gobierno le aterroriza la posibilidad de una movilización social que haga saltar todo por los aires. En ese contexto, las movilizaciones por Palestina explican las distancias –positivas– que el Gobierno está obligado a tomar ante las aventuras guerreras destructivas del imperialismo. Por ejemplo, las declaraciones de la ministra de Defensa, Margarita Robles, reclamando un cese el fuego permanente o asegurando que el Ejército español no participará en la agresión al pueblo yemenita (pero tal vez la respalde desde el mar Rojo). Una posición que contrasta con el aumento del contingente español en las operaciones imperialistas también en Oriente Medio, con el aumento monstruoso del gasto militar y la continuidad del apoyo a un régimen corrupto –que, al parecer, tiene además los días contados– como la oligarquía de Zelenski, sólo comparable, por cierto, a la de Putin.

Y sin embargo hay una salida, nada es inevitable. No hay que resignarse a una legislatura de inestabilidad en la que nos obliguen a tragar el «mal menor» y nos amenacen con un Gobierno de los franquistas («moderados» y «recalcitrantes»), a la vez que nos imponen una política de destrucción militar y económica, de desindustrialización con argumentos supuestamente medioambientales, de cierre de empresas que se multiplican.

Y la salida es política, es la que señalan cientos y cientos de parlamentarios de todos los países que exigen un alto el fuego incondicional en Gaza, la que apunta el alegato del Gobierno sudafricano en la Corte Internacional de Justicia. Es la salida que muestran los millones de manifestantes este 13 de enero en todo el mundo.

Una salida basada en aplicar una política abierta y radicalmente democrática, como la que proponen cientos de responsables políticos, sindicalistas, trabajadores, que exigen una Ley de Amnistía consecuente y amplia y la derogación de la Ley Mordaza.

Una salida como la que marcan los pensionistas, en nombre de toda la clase obrera, cuando exigen el mantenimiento del sistema público de pensiones basado en el reparto, la auditoría de la caja de las pensiones, para poner fin al continuo –y falso– chantaje de la insostenibilidad del sistema, el mantenimiento de la Caja Única.

Una salida como la que exige el movimiento de los profesionales de la salud que demandan un verdadero plan de salvamento de la sanidad pública.

Quienes elaboramos y difundimos este periódico obrero independiente estaremos presentes en todas las movilizaciones en curso, exigiendo a nuestras organizaciones, y en primer lugar a los sindicatos, que se pongan a la cabeza. El día 27 estaremos en Madrid con cientos de colectivos por la libertad de Palestina, por el alto el fuego, el fin del genocidio y del bloqueo de Gaza, para exigir al Gobierno la ruptura de relaciones económicas, comerciales, militares y diplomáticas con el Estado genocida de Israel.

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