La Cumbre de la OTAN y el Gobierno de Pedro Sánchez y Yolanda Diaz
Con pompa y boato concluyó este jueves 30 la Cumbre de la OTAN. Medios materiales fastuosos, de seguridad, medios de comunicación del mundo entero se concentraron en Madrid. Cuarenta países, o sea los de la OTAN, los candidatos y algunos asiáticos como Japón. Pues el objetivo de fondo de Biden es disciplinar a los cobardes Gobiernos europeos en su batalla contra los oligarcas rusos apuntando a…China, el nuevo futuro enemigo, pues en realidad, tras la palabrería sobre la defensa de Ucrania y de la democracia (que no existe en Ucrania, donde, con la excusa de la guerra, el Gobierno de Zelensky ha prohibido todos los partidos políticos, menos el suyo) se trata de una nueva guerra por los mercados.
Los gánsteres capitalistas, las multinacionales que se enriquecen con la especulación y la inflación, protegidas por las instituciones internacionales, la cueva de ladrones de la ONU, la caverna de lobistas de la Unión Europea y el Banco Central Europeo, su brazo armado la OTAN, se enfrentan a los corruptos oligarcas rusos, que quieren preservar su “derecho” a saquear la riquezas y trabajadores de sus países.
Para ello, se han acordado cifras fabulosas de incremento del gasto militar, un aumento de más de 8 veces de las fuerzas de intervención rápida, y de los contingentes destacados en las fronteras del este.
Los trabajadores, los pueblos de todos los países no tienen ningún interés en alinearse con unos u otros.
Dos mundos distintos
Frente a la pompa de Madrid está la realidad de los pueblos. Las tragedias de Melilla y San Antonio (Texas) son un extremo de la expresión de la realidad que vive el mundo de la mayoría aplastante de trabajadores y pueblos que sufren las consecuencias de la barbarie, de este enfrentamiento, que se traduce en muertes, hambre, emigración, destrucción de derechos. Frente a esto, las cumbres de potentados y Gobiernos que organizan la guerra, eso sí en un supuesto nombre de defensa de la “democracia “ y la “paz”. La historia se repite, son los mismos discursos de 1914 y de 1939 con mayor cinismo.
La emigración
La política de libre comercio ha destruido Centroamérica, y se lanza sobre el conjun-to de América Latina.
Esta misma política, aunque a cargo, fundamentalmente, de las empresas y los Gobiernos europeos, ha destruido África. Y, en respuesta, se trata a los emigrantes que huyen de la guerra y el hambre como delincuentes.
Fuera de los focos de atención se reúne un “Comité para la Reconstrucción” de Ucrania. ¿Alguien puede olvidar los comités para la reconstrucción de Haití, Siria, Libia? O sea, las multinacionales se aprestan a repartirse las riquezas naturales de este rico país, disputándoselas incluso a los oligarcas ucranios y su representante Zelenski. Ucrania tenía 42 millones de habitantes en 1990. En 2014 eran 36 millones. La destrucción de la economía social llevó a millones de trabajadores al exilio ¿cuántos van a quedar gracias a la guerra y la “reconstrucción”? La Unión Europea dice estar dispuesta a acoger a Ucrania, pero para ello exige nuevas “reformas” que, sin duda, destruirán la industria ucraniana y arrasarán los derechos de la población trabajadora, echando a millones a la emigración (como ha sucedido en Rumanía, que ha perdido un 14 % de su población).
Guerra a la guerra
Hay una salida, y al principio de toda guerra de este tipo los que se oponen a ella son tratados casi como criminales. Sin embargo, la guerra no supone solo los muertos ucranios y rusos, la destrucción de Ucrania (alimentada por el suministro de armas de la OTAN y la UE). La guerra se acompaña de los múltiples ataques de todos los gobiernos contra los salarios, las pensiones, los derechos, el trabajo, los servicios públicos …Es una guerra contra todos los pueblos.
Y la resistencia está ahí. Los responsables del gobierno de coalición, tanto del PSOE como de Unidas Podemos, lo saben. Tratan de contener el tsunami con algunas “medidas sociales”. Pero Pedro Sánchez y Yolanda Diaz saben que las múltiples huelgas que recorren el país con la exigencia de aumentos de salarios amenazan con convertirse en un torrente social. La población trabajadora no puede soportar una inflación del 10% sobre sus ya magros ingresos.
La respuesta de las organizaciones políticas es no sólo penosa, sino contradictoria con las necesidades de los trabajadores y la mayoría: Los propios sindicatos protestan, aunque, prisioneros del “diálogo social”, lo hagan débilmente.
Desde este periódico apoyamos a todos estos movimientos de resistencia desde las movilizaciones contra la OTAN de estos 25 y 26 de junio a las movilizaciones en curso que se prosiguen y se anuncian para otoño, y trabajamos por la construcción de una alternativa política fiel a la clase trabajadora que pueda canalizar esta resistencia.
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