«La gente está harta de esos cheques en blanco para financiar guerras que no son más que callejones sin salida»

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Categoría: Actualidad Internacional

Jana Silverman es corresponsable del comité de asuntos internacionales de la organización Democratic Socialists of America (DSA), Jana Silverman se cuenta entre los oradores internacionales invitados a la asamblea del 5 de mayo.
Esta entrevista ha sido publicada en Informations ouvriéres, periódico hermano en Francia.

Esta entrevista se realizó el viernes 19 de abril, antes de la votación de varios proyectos de ley de la Cámara de Representantes que conceden ayuda militar a Israel, Ucrania y Taiwán1.

A siete meses de las próximas elecciones generales en Estados Unidos, que tendrán una repercusión mundial, ¿cuál es la situación en el país?

Es una gran pregunta. Se ha especulado mucho sobre la posibilidad de que Trump se convierta en candidato. Por lo que tengo entendido -no soy jurista-, según la decisión del Tribunal Supremo, y según algunos precedentes, incluso si es condenado por un delito, o por corrupción como en el caso del pago a una estrella del porno, podría ser candidato. Incluso en prisión, podría ser candidato, sobre todo porque no parece haber alternativa en el lado republicano, dados los pésimos resultados de Nikki Haley.

En el lado demócrata, Biden ganó la nominación, ya tiene suficientes delegados para la convención demócrata, pero lo interesante -y me imagino que también lo habréis seguido un poco en Francia- es la campaña de voto «uncommitted» (por «ningún candidato» en las primarias en varios estados clave para Biden. En Michigan se lanzó la campaña sobre la cuestión de Gaza para presionar a Biden y hubo 100.000 votos «uncommitted». Es un estado muy obrero y con el mayor número de árabe-americanos. En 2020 ganó en Michigan con algo más de 150.000 votos, así que eso debería enviarle el mensaje de que su futuro electoral está en peligro si continúa con esta política totalmente loca de apoyo incondicional a Israel con ayudas militares casi ilimitadas .

Esta campaña por el voto «uncommited» también obtuvo buenos resultados en Wisconsin, otro «swing state»2, en Carolina del Norte, y el martes próximo serán las primarias en Pensilvania, ese famoso Estado que es actualmente el que decide las elecciones estadounidenses. Tenemos camaradas de DSA que están haciendo campaña en todo ese Estado para pedir el voto «uncommitted». Como socialistas, utilizamos las elecciones como plataforma para la lucha de clases y eso es lo que estamos haciendo con esta campaña.

Biden, salvo un acontecimiento muy improbable, será designado candidato por la convención nacional demócrata en julio. En esta convención habrá delegados a favor del voto «uncommitted». Representarán una posición antisionista y antibelicista. Ya estamos empezando a discutir el papel que desempeñarán dentro de la convención. Pero también habrá muchas manifestaciones delante de la convención que se celebrará en Chicago, la tercera ciudad más grande de Estados Unidos, que tiene una larga tradición de manifestaciones de izquierdas.

Aún falta demasiado para noviembre para ver con claridad si ganará Biden o Trump, porque no es el voto popular el que decide la elección en Estados Unidos, sino el de un colegio electoral que depende de la elección en unos pocos Estados clave.

Pero para la clase trabajadora estadounidense, desde un punto de vista socialista, ni Biden ni Trump resolverán los problemas de los norteamericanos. Dicho esto, hay una diferencia entre los dos: Biden ha sido mucho más progresista en materia de derechos sindicales y cuestiones medioambientales. Pero en muchas otras cuestiones, sobre todo en las internacionales, Biden ha sido una gran decepción, quizá peor de lo que habría sido una administración republicana.

Más allá de las cuestiones electorales, ¿cómo describiría la situación actual en Estados Unidos?

Desde el punto de vista de los militantes socialistas, la cuestión de Palestina es central. Cada vez más armas, más ayuda militar a Israel, cada vez menos ayuda humanitaria, ningún cuestionamiento de la política israelí, en lugar de obligar a Israel abrir las fronteras de Gaza, el abandono de la ayuda humanitaria que está matando a las personas, etc.

Es un imperativo moral para nosotros, los estadounidenses, presionar a Biden para que ponga fin a este genocidio y a sus trágicas consecuencias.

Ayer hubo una gran manifestación en la Universidad de Columbia, y la policía reprimió la protesta estudiantil de una manera muy despiadada. Esto es algo que no veíamos en Estados Unidos desde 1968, desde las manifestaciones contra la guerra de Vietnam. Creo que cada vez más gente ve este paralelismo en cuanto al tema, en cuanto a la intensidad, en cuanto a la duración, entre el movimiento contra el genocidio en Gaza y el movimiento contra la guerra de Vietnam.

También está la cuestión de Ucrania: los demócratas intentan enviar más armas a Ucrania, incondicionalmente allí también. Irónicamente, es la extrema derecha republicana la que lucha contra ello, por razones opuestas a las nuestras, por supuesto. Pero es una especie de atolladero en el que nos están metiendo sin ningún beneficio para el pueblo estadounidense.

En cuestiones internas, la economía va bastante bien, las cifras son buenas, como la del paro. Pero no hace mucho teníamos una inflación elevada, y eso sigue siendo un problema. Incluso si se han creado o recreado puestos de trabajo desde la pandemia, son empleos en el sector servicios y están mal pagados. Biden prometió recuperar los empleos industriales, reforzando la producción nacional y las transferencias de tecnología a Estados Unidos, pero eso no ha tenido ningún efecto en la industria, ni en la forma en que la gente percibe la situación.

Usted ha mencionado la campaña contra el genocidio en Gaza. Parece que hay un debate al respecto en los sindicatos. ¿Cuál es su posición, como militante obrera, en este debate?

La campaña para implicar a los sindicatos en esta campaña ha sido muy fructífera. Me sorprendió ver el nivel de apoyo a esta campaña, porque hay una larga tradición de apoyo a Israel en los sindicatos, unas posiciones muy sionistas, en especial en AFL-CIO, la principal confederación estadounidense.

Es un movimiento desde la base, de militantes sindicales, algunos en DSA, otros no, que presionaron a sus dirigentes locales para que aprobasen resoluciones de alto el fuego. Estos ejemplos se han extendido, sobre todo en los sindicatos más progresistas, como los de profesores, o el de trabajadores del automóvil, la UAW, cuyo presidente Shawn Fain es muy izquierdista y carismático.

Esta combinación de factores llevó finalmente a la AFL-CIO a adoptar un comunicado a favor de un alto el fuego inmediato y permanente. Hay una importante presencia sindical en las marchas, a veces como organizaciones, a veces sólo como militantes sindicales. Vemos sindicatos de profesores, entre otros. Pero hay una presencia sindical en las marchas contra la guerra, que es algo que realmente no habíamos visto, al menos no a gran escala, durante las guerras de Iraq o Afganistán. Es una diferencia cualitativa en el movimiento contra la guerra en Estados Unidos en comparación con las últimas campañas.

¿Qué papel está desempeñando DSA en estas campañas contra la guerra en Gaza?

Evidentemente, esas movilizaciones no se limitan a DSA, pero DSA desempeña un papel clave porque somos una importante organización de izquierdas en Estados Unidos, presente en cada uno de los cincuenta Estados, implicada en el movimiento obrero y también en el terreno electoral. Por ejemplo, la campaña a favor del voto «uncommitted» en Michigan fue dirigida en gran parte por DSA, que llevó a cabo toda la investigación legal para averiguar si la campaña cumplía la ley electoral. Pero se llevó a cabo en colaboración con organizaciones de la comunidad, con organizaciones árabe-americanas.

Dos de nuestras dirigentes nacionales elegidas para el Congreso, Rashida Tlaib y Cori Bush, son la vanguardia de la lucha en el Congreso para impulsar resoluciones y legislación que pongan fin a la financiación incondicional de Israel y exijan un alto el fuego inmediato.

A nivel local y nacional, DSA ha estado en primer plano en la lucha, pero por supuesto en colaboración con muchas otras organizaciones de la izquierda en el sentido más amplio; en particular, además de las organizaciones pacifistas, de las organizaciones árabe-estadounidenses, ha habido dos organizaciones judías antisionistas relativamente nuevas, muy activas, Jewish Voice for Peace y IfNotNow. Así que, sí, creo que DSA está desempeñando un papel crucial en estas movilizaciones, ayudando a reunir a estos grupos y coordinando la lucha por la justicia y la paz en Palestina a escala nacional.

¿Y Ucrania?

La guerra en Ucrania es un poco más complicada. Ya en DSA, cuando empezó la guerra, tuvimos debates internos sobre la postura a adoptar. ¿Cómo expresamos nuestra solidaridad con la clase obrera ucraniana? ¿Denunciamos la guerra en general? ¿Cómo debemos posicionarnos en relación con el papel de la OTAN? Pero, para bien o para mal, en estos momentos, la cuestión de Ucrania está muy ausente de los debates en Estados Unidos. Todo el mundo está totalmente focalizado en Israel y Gaza. En DSA, mantenemos nuestra posición inicial de oposición a la expansión de la OTAN desde el final de la guerra fría, que es claramente el origen de este conflicto. Al mismo tiempo, Rusia es claramente el agresor, al invadir Ucrania. Nuestra posición es «detener la financiación militar de Ucrania», porque se trata de dinero que debería destinarse a programas sociales en Estados Unidos. La gente está harta de esos cheques en blanco para financiar guerras que no son más que callejones sin salida. Pero estas posiciones no se traducen en movimientos de masas como los que vemos en torno a Gaza.


  1. Treinta y siete demócratas votaron en contra de la ayuda militar a Israel, entre ellos representantes miembros de la DSA. ↩︎
  2. El sistema electoral estadounidense se basa en grandes electores elegidos en cada Estado, que luego eligen al Presidente. Algunos Estados votan siempre demócrata o republicano, y los que pueden inclinarse hacia un lado u otro y decidir así el resultado final de las elecciones se conocen como «Swing States». ↩︎

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