DEMOCRACIA O FRANQUISMO

Publicado el por Redacción

Categorías: Actualidad política, Libertades, Movimiento obrero

El jueves 15 de diciembre el pleno del Congreso de los diputados votó por 184 votos a favor (de 350) una reforma de fondo: la supresión del delito de sedición -herencia de la monarquía absoluta, reforzado por el franquismo y mantenido por la monarquía que dicen democrática- sustituyéndolo por un delito de “desórdenes públicos” que puede ser utilizado para perseguir la movilización social. Como si no bastara con la ley mordaza, que el gobierno se resiste a derogar.

El mismo pleno aprobó también la reforma del delito de “malversación” para dejarlo en los casos exclusivos de corrupción, y modificó el modo de elección de los miembros del Tribunal Constitucional por el CGPJ, llevándolo a mayoría simple, para poner fin al bloqueo del PP a la renovación de ambos organismos. En última instancia para señalar la preeminencia del Parlamento, elegido por el pueblo y teórico depositario de la soberanía sobre instituciones como la judicatura, pura herencia franquista, y ajena a la voluntad popular.

Frente a esta situación, PP, Vox, Ciudadanos han montado en cólera, hablando incluso de “golpe de Estado”

¿Qué es lo que está en juego? Sin duda alguna, se están rompiendo los equilibrios establecidos en los pactos que en 1978 permitieron una Constitución en que las instituciones heredadas del franquismo mantuvieran su poder y privilegios. Su actual reforma no cuestiona estos privilegios, pero busca limitarlos cuando esas instituciones los utilizan para intentar paralizar cualquier acción de un gobierno cuya legitimidad no reconocen..

La exigencia del PP, Vox y C’s de que el Tribunal Constitucional actúe con carácter urgente para impedir la votación del Parlamento obedece en primera instancia al carácter antidemocrático de estos partidos y de las instituciones que representan. De momento el TC ha aplazado su decisión, pero no sería la primera vez que ese tribunal impide o prohíbe una votación en un parlamento: lo ha hecho unas cuantas de veces con el parlamento de Cataluña.

El fondo de la cuestión

La crisis de Estado a la que asistimos, y que refleja, en última instancia, la incompatibilidad de las instituciones del franquismo reformado y la democracia, muestra, al mismo tiempo, el engaño que los partidos que se reclaman defensores de los trabajadores y los pueblos ejercen. Porque su defensa de un régimen corrupto como es la Monarquía impide llevar a cabo ningún programa que satisfaga las necesidades de la mayoría trabajadora y les lleva a actuar contra los derechos sociales y democráticos, En 1932, el dirigente del PSOE Francisco Largo Caballero decía, como balance de su pase por el gobierno, que “es imposible realizar un pedazo de socialismo en el marco de la democracia burguesa”. Y eso en una república. No digamos en una monarquía basada en el poder económico, judicial, militar y represivo del franquismo, sin depuración alguna.

La sumisión a la Monarquía les obliga, igualmente, a alinearse con la política de guerra del imperialismo yanqui. Política que sólo busca el control de los mercados en

detrimento de todos los pueblos: el ucraniano y el ruso, por supuesto, pero también todos los pueblos de Europa y el mundo.

Detrás de esta guerra y de la crisis que vivimos, se encuentra el hundimiento social y económico del mercado capitalista que solo tiene como salida aumentar la explotación, atacar todas las conquistas sociales, azuzar el enfrentamiento entre los pueblos y por tanto la guerra, la inflación, el hambre que se desarrolla (hoy el 24 por ciento de la población está en el umbral de pobreza, en el estado español) mientras las multinacionales aumentan los beneficios.

Esta crisis muestra que no hay salida para la mayoría trabajadora sin imponer la democracia, sin barrer las instituciones franquistas, sin alcanzar la República con todo su contenido democrático (igualdad plena de mujeres y hombres, libertades, derechos de los pueblos, laicidad…); económico, (expropiar las grandes empresas y la banca); social (restablecer los derechos laborales).

La clase obrera sigue en pie

Los franquistas dicen que anular la sedición desarma al Estado, o sea, que impide que el Estado utilice todo su peso contra la movilización social y política de las más amplias masas.

Después de la Manifestación del 13 de noviembre en Madrid de más de medio millón contra la privatización de la sanidad, se aprecia claramente que la mayoría de este país no está dispuesta a seguir sufriendo la consecuencia del sistema capitalista y no está dispuesta a soportar los paños calientes de un gobierno que gobierna intentando no importunar a los franquistas, a la monarquía y al capital. Gobierno que exige a los sindicatos que acepten bajar el poder adquisitivo (lo que sus direcciones parecen aceptar en los hechos), y aceptar un nuevo recorte en las pensiones, y que impone el presupuesto de guerra,

La resistencia está ahí, los pensionistas siguen movilizados, los profesionales de la salud siguen en pie, la juventud por sus derechos, y en todas las empresas amenazadas de despidos de reestructuraciones de desindustrialización surge la exigencia de ningún despido y aumento de salarios según la inflación real.

Las espadas están en alto. Para los altavoces del régimen “estamos al borde del abismo” (como dice el editorial de La Vanguardia este viernes). Pero, en realidad, estamos en una vía en que conquistar la democracia y las reivindicaciones (defensa del sistema público de pensiones, lucha contra la destrucción y privatización de la sanidad, defensa de los puestos de trabajo, aumento de salarios, derechos de la juventud…) es el contenido de ese combate.es posible luchando por aunar fuerzas contra el régimen monárquico, sus instituciones y contra toda negativa del gobierno a responder a las verdaderas reivindicaciones.

POR LAS LIBERTADES PLENAS, POR LOS DERECHOS SOCIALES. POR LA REPÚBLICA

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