Contra la política de guerra

Una cifra monstruosa se ha dado a conocer esta última semana: la Administración Biden –es decir, el imperialismo norteamericano- ha decidido hacer aprobar por el Congreso un “presupuesto especial” de 33.000 millones (equivalente a tres veces el presupuesto anual español de Defensa, según las cifras oficiales) para suministrar armas a Ucrania. De este modo los EEUU y la OTAN libran una guerra contra Rusia en la que el pueblo ucraniano pone los muertos y sufre la destrucción de su país. Se calcula el coste de la destrucción en 90.000 millones, el equivalente al PIB anual del país. Aprovechado la brutal invasión de las tropas de Putin a este país, Biden pretende retomar su papel como gendarme universal del “orden mundial”.
La guerra es la continuación de la política por otros medios. De la política de competencia desenfrenada por un mercado mundial que se contrae. No nos engañemos. La guerra no es la causa, sino la consecuencia de la descomposición de un sistema de producción, el capitalista, que ha creado en dos años 300 millones más de ciudadanos hambrientos y multiplicado las fortunas de los 100 capitalistas más ricos. Es precisamente esta contradicción la que provoca la guerra.
Veamos concretamente: el déficit comercial en los EEUU no deja de aumentar, a pesar de la venta de armas. Millones de trabajadores norteamericanos ya ni siquiera se apuntan al paro. Mientras la burbuja de la especulación norteamericana vuelve a crecer, este último trimestre el PIB se ha contraído en un 1,42 %, o sea, están al borde de la recesión. Al mismo tiempo, el Deutsche Bank augura ya también la recesión en Alemania.
¿Y en nuestro país? el Gobierno Sánchez acaba de hacer adoptar, a duras penas, este jueves 28 de abril su plan contra la crisis, un plan miserable que ni siquiera acaba con los recortes en sanidad o educación. Al mismo tiempo, multiplica las presiones sobre los sindicatos para que acepten un “pacto de rentas”, que supondrá congelar los salarios, cuando la inflación está por las nubes, y el Gobierno, que tanto insiste sobre las “rentas”, se niega a actuar sobre los enormes beneficios de las eléctricas y las petroleras y sobre los que especulan con los alimentos. Pero se dispone a aumentar el gasto militar, como le han exigido los sucesivos presidentes de los EE.UU.Frente a esto, la presión por aumentos salariales crece, como lo hemos visto en las manifestaciones del 1 de mayo y en las negociaciones de muchos convenios. La V Asamblea de la COESPE ha decidido continuar la lucha por la auditoría y por la reactualización de sus pensiones y contra el proyecto de ley que destina dinero de las pensiones públicas a fomentar fondos privados.
Los días 29 y 30 de junio Biden organiza en Madrid una Cumbre de la OTAN para dictar su política de guerra. Las movilizaciones contra esta Cumbre ya se han iniciado. Por nuestra parte, en continuidad con la Conferencia Obrera de Urgencia contra la Guerra y la Explotación del 9 de abril, volcamos nuestras fuerzas en el combate contra la guerra. Porque no a la guerra quiere decir sí a los salarios, a las pensiones, a los servicios públicos, a las libertades, contra el régimen monárquico y su fondo de reptiles y espías.
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