¿Gasto militar o inversión productiva y gasto social?

Sin ningún esfuerzo, el Gobierno ha sacado de los presupuestos 14.500 millones para aumentar el gasto militar, para llegar, oficialmente, al 2% del PIB (según el instituto Delas, se llegará, en realidad, al 2,48%).

Por si había alguna duda, el apagón del 28 de abril demuestra el enorme déficit en inversiones públicas en infraestructuras que sufre nuestro país. La destrucción causada por la DANA en Valencia se habría evitado si se hubieran realizado las obras hidráulicas proyectadas. Son cientos de miles las viviendas que se necesitan. La sanidad, la enseñanza, la dependencia sufren una falta de financiación tremenda.
El suministro de electricidad, de carácter vital para la vida de la sociedad y de la población, que debería ser público, se ha dejado en manos de cinco grandes oligopolios privados (con participación extranjera de ENEL y de Blackrock) que solo buscan el beneficio, que han encarecido la factura de la luz, que se niegan a rendir cuentas e incluso a pagar un impuesto extra por sus beneficios espectaculares. Lo mismo sucede con otros bienes de interés común (ver en páginas interiores artículo sobre el apagón y sus causas).
Pero, ¿cuál es la prioridad del Gobierno?
Sin ningún esfuerzo, el Gobierno ha sacado de los presupuestos 14.500 millones para aumentar el gasto militar, para llegar, oficialmente, al 2% del PIB (según el instituto Delas, se llegará, en realidad, al 2,48%).
Dinero para la compra de armas (un 80% de las armas se compran a fabricantes norteamericanos), para reclutamiento de soldados, adiestramiento de tropas para intervenir en el extranjero.
Cuando se fabrican tractores se destinan a cosechar para producir alimentos, a aumentar la riqueza. Las armas solo pueden destinarse a matar y a destruir la riqueza de las naciones. En algunos países como Alemania se habla de reorganizar la economía para esto, se preparan los hospitales para los heridos de guerra, las escuelas para la formación militar, las autopistas y trenes para hacer circular los tanques….
El Gobierno español dice que este gasto no es incompatible con los gastos sociales. Pero, entrados en el mes de mayo, los 2.500.000 empleados y empleadas públicas aún esperan recibir su subida salarial y los atrasos que se les deben. Muchas son las necesidades sociales que siguen sin cubrir, y a las que les vendrían muy bien esos 10.500 millones. Nadie puede engañarse: lo que se invierte en una cosa que solo sirve para destruir, no se invierte en beneficio de la mayoría social.
La falsa propaganda de guerra
Hemos oído estos días que la industria de armamentos crea puestos de trabajo bien pagados y avances tecnológicos. Incluso Pepe Álvarez –¡menuda ocurrencia!- pide crear un impuesto europeo para sufragar el gasto militar.
O sea, se pide a los trabajadores pagar para comprar armas que servirán para que nuestros hijos se maten o mueran (porque son los hijos de la clase trabajadora los que van a morir en los frentes de guerra), o sufran durante años las consecuencias físicas y psicológicas de la guerra. ¿Es este el lugar de un sindicato?
La lucha contra el aumento de los presupuestos militares
Es la lucha contra la guerra, que retoma las mejores tradiciones del movimiento obrero.
En ocasión del 1 de mayo de 1906, cuando ya se estaban de hecho preparando las condiciones que llevaron a la Primera Guerra Mundial, la UGT difundió un manifiesto que decía entre otras cosas:
«Igualmente, se debe protestar de que las burguesías de algunas naciones están ideando medios para desencadenar la guerra, en la que los sacrificados han de ser los de siempre, los trabajadores».
Cuán actual y necesario es retomar el combate contra la guerra, inseparable de su lucha por: ¡Trabajo, Salario, Vivienda!
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