50 años de Monarquía. Los trabajadores en 1975 y en 2025

Los trabajadores fueron la fuerza fundamental que combatió contra la dictadura.

Los trabajadores empiezan rompiendo con el régimen.
Los trabajadores fueron la fuerza fundamental que combatió contra la dictadura. En 1947, una huelga en Euskalduna rompió la destrucción de los derechos y organizaciones efectuada por la dictadura. En 1951, hubo en Barcelona dos huelgas generales. En 1962, las huelgas de Asturias y Vizcaya. En 1971, la huelga general en todo Euskadi, con elementos insurreccionales, apoyada por huelgas y manifestaciones obreras en todo el ámbito estatal. Franco muere en noviembre de 1975. Hay manifestaciones por la amnistía en todas partes. En enero de 1976, los trabajadores del Metro de Madrid van a la huelga, seguidos por importantes empresas del metal.
En abril, la UGT celebra un congreso en Madrid, el primero después del exilio. El gobierno franquista lo tolera proponiendo que la UGT decida entrar en el sindicato vertical y actuar en su seno como una corriente. La UGT mantiene su oposición al vertical; va a reconstruirse como sindicato libre, de clase (y no de obreros y patronos dirigido por el Gobierno, como era el vertical), democrático y revolucionario. Ante esta situación, al año siguiente CCOO renuncia a su plan de partir del vertical y decide constituirse en sindicato. Por tanto, a diferencia de lo que sucede en otros terrenos, en este terreno, la lucha obrera por la libertad sindical ha producido una ruptura: rompe con el vertical, tiene sindicatos, ha conquistado en los hechos el derecho de huelga.
Hubo una limitación importante.
El gobierno franquista aprueba un Decreto Ley 17/1977 que restringe la huelga en las administraciones y empresas públicas: tendrán servicios mínimos. Esto significa que hasta hoy, al cabo de 48 años, una parte importante de los trabajadores no tiene derecho de huelga, tal como lo reconoce la Organización Internacional del Trabajo, sino que el Gobierno y las autonomías imponen servicios mínimos.
El Estatuto de los Trabajadores
Aprobado en 1980, este estatuto compendia los derechos laborales, recogiendo en general lo que habían conseguido los trabajadores con sus movilizaciones. Parte de la existencia de sindicatos, que organizarán la actividad en las empresas, mediante las secciones sindicales, y a todos los niveles. CCOO está en desacuerdo, pues buscaba perpetuar el vertical con organismos unitarios en las empresas.
Por suerte, Felipe González fracasó en su intento de hacer una “ley sobre las huelgas”.
El Estatuto de los Trabajadores ha sido enmendado cientos de veces, en gran medida porque la patronal quería recuperar el terreno conseguido por los trabajadores y los pueblos tras la muerte de Franco. Quiere explotar con más libertad a la mano de obra. Y los sucesivos gobiernos se han prestado a recortar conquistas democráticas y sociales: las reformas laborales han sido el recurso antiobrero por excelencia. Hay que tener en cuenta que la precariedad se ha introducido eliminando derechos reconocidos en el Estatuto de los trabajadores. Contratos temporales sin justificación, por hora, por día… Y los salarios perdían poder adquisitivo.
Jornadas de huelga general
Hartos de esta situación, el recorte de pensiones de Almunia hizo desbordar el vaso. UGT rompió con el gobierno PSOE, con dimisión de los sindicalistas que eran diputados, y dejando de asistir Redondo al CE del PSOE. Hubo una jornada con manifestación conjunta CCOO y UGT con una huelga general convocada por CCOO que no fue huelga general.
El paso siguiente fue la convocatoria de una inmensa jornada de huelga general el 14 de diciembre de 1988 contra el Plan de Empleo Juvenil. El Gobierno tuvo que ceder. Quitó el PEJ y modificó parcialmente su política (mejora de las pensiones): los salarios y pensiones recuperaron parte de la tarta.
Siguió un tira y afloja de reformas laborales y jornadas de huelga menores hasta que en 2002 CCOO aceptó una jornada de huelga general y el Gobierno retrocedió.
Ante la crisis de 2008, la UE emprendió la austeridad para hacerla pagar a los trabajadores. Zapatero viró; en mayo de 2011 decreta el primer gran recorte antiobrero, que luego agrava enormemente Rajoy con reformas laborales y de pensiones. La respuesta fueron sucesivas jornadas de huelga general que aliviaban la presión de los trabajadores pero no cortaban la destrucción (estilo Grecia). En 2014, una gran jornada de huelga general podía abrir la puerta a que se preparase una huelga general indefinida, pero las direcciones de CCOO y UGT cortaron, abandonaron las movilizaciones generales, y el diálogo social, libre de esa presión obrera, marcó la colaboración sindical con el gobierno que hacía los mayores recortes nunca vistos.
El 15% no fue la solución.
El gobierno Sánchez vino para cambiar esto, cortando la colaboración con el PP. Su principal bandera era la derogación de la reforma laboral de Rajoy y según los sindicatos, también de una anterior de Zapatero. Pero a la hora de la verdad, Bruselas exigió a Yolanda Díaz que renunciase a la reforma, y Yolanda lo agradeció. El Gobierno hizo una derogación, según dice, del 15% de las medidas de Rajoy, y no ha ido más allá apoyándose en que los sindicatos han tragado dejar sin derogar el resto.
Pero en las empresas y sectores se siguen sufriendo las consecuencias de que la negociación colectiva vale muy poco, la contratación sigue sin arreglarse, los jóvenes sufren contratos de mierda. Cientos de miles de inmigrantes ‘ilegales’ trabajan muy por debajo del salario mínimo y de las condiciones establecidas por la ley. Al fin el Gobierno ha rebajado de tres años a dos el tiempo que los inmigrantes trabajan como ilegales. Pero el problema sigue… durante dos años. Esto marca todo el mercado laboral. En 2004, España fue uno de los países en que menos mejoraron los salarios.
Si Sánchez quiere presentarse a elecciones, sería mejor que primero derogue el 85% de la reforma laboral y de pensiones que no ha tocado. Y que retire las últimas reformas de pensiones. Ninguna de las mejoras menores introducidas por este gobierno compensa que se mantengan las reformas de Rajoy (y Zapatero).
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